Aurelio Izquierdo llama a Enrique Ortiz para, en principio, ofrecerle entradas para la Fórmula 1, pero luego le pide que busque un puesto de trabajo para una amiga en Barcelona.

Aurelio Izquierdo (A): Oye, dos cositas, Enrique. Si tienes algún compromiso de gente para la Fórmula 1 dímelo, que tengo entradas.

Enrique Ortiz (O): Vale, vale, vale, vale.

A: Independientemente que tú vengas, pero si tienes algún compromiso que digas «Coño, que me interesa quedar bien», o lo que sea, dímelo, ¿vale?

O: Vale, vale.

A: Otra cosa, Enrique. ¿Tú en Barcelona conoces a alguien que pueda colocar a la chiquita esa de lo que sea?

O: Sí, sí, sí. Tengo socios.

A: Pero de lo que sea, ¿sabes lo que te quiero decir? [intenta hablar Enrique Ortiz, pero Aurelio Izquierdo lo corta] Que no hace falta ni que le paguen [mucho], que le paguen el salario mínimo.

O: [sin mucho interés aparente] ¡Que no te preocupes, hombre! ¡Que lo des por solucionado!

A: ¿Sí? ¿Cómo lo hacemos?

O: Pues yo ahora hablo con ellos, y ya está. Yo tengo allí unos socios? Los socios míos de la basura, de Alicante? [responde mientras tanto Aurelio Izquierdo con un «¿Sí?»] Son de allí, de Barcelona.

A: Vale, vale? Que le busquen algo, yo qué sé?

O: ¡Que sí, que sí, que no te preocupes!

A: Ésta es enfermera, pero como no podrá ejercer de enfermera, pues yo qué sé, atendiendo cualquier cosa, ¿sabes?

O: Vale, no te preocupes.

A: El caso es que le paguen lo mínimo que le paguen a cualquiera para que ella, por lo menos, tenga para coger un taxi o lo que sea.

O: [vuelve a mostrar aparentemente poco interés en la conversación] Que sí, que sí, que sí? Estate tranquilo que hoy hablo y te digo? [Aurelio Izquierdo responde «Vale»] Te llamo y te digo de qué.

A: Vale, vale, vale, perfecto. Pues hablamos esta tarde entonces.

O: ¡Venga! ¡Valeeeee!

A: Un abrazo, Enrique.

O: Venga, adiós, hasta luego.