Con el nombramiento de Rafael Climent, la Comunidad Valenciana pasa a contar con un conseller de Economía alejado de los clichés habituales, sobre todo si se tiene en cuenta cuál ha sido su trayectoria política y los principios de transparencia y solidaridad en los que ha basado toda su gestión.

Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Valencia y profesor de griego en el instituto de Albaida, he tenido sin embargo en las matemáticas siempre una debilidad. Con 54 años, casado y con dos hijas de 25 y 21, ha ejercido como alcalde de Muro de forma ininterrumpida desde 1999 hasta estas últimas elecciones, en las que decidió probar fortuna a nivel autonómico.

Sus 16 años de gestión al frente del Ayuntamiento -primero con el Bloc y después con Compromís- han convertido a Muro en la reserva espiritual del nacionalismo valenciano, continuando la labor del que en su momento también fuera alcalde de este municipio, el desaparecido Ximo Llorca. Una larga y prolífica trayectoria en la que Climent ha apostado por iniciativas en las que han primado los valores culturales e identitarios, pero también por una política económica que ha hecho que Muro, un municipio de poco más de 9.000 habitantes, haya alcanzado una amplia repercusión.

Y es que el nuevo conseller se ha convertido en uno de los más firmes defensores de la economía del bien común, un concepto acuñado por el economista austríaco Christian Felber, que busca la implantación de una verdadera economía sostenible y alternativa a los mercados financieros. La economía del bien común se rige por una serie de principios básicos que representan valores humanos, como la confianza, la honestidad, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la generosidad y la compasión, entre otros.

Muro ha acogido a lo largo de los últimos años, con el impulso también de la asociación Elviart y el Celler la Muntanya, diversos congresos sobre esta filosofía, que el exalcalde ha tratado también de aplicar en el día a día de la gestión municipal. Así lo demuestran los continuados superávits en las arcas municipales y el apoyo a empresas que tienen en cuenta los derechos de sus trabajadores y apuestan por los valores de la sostenibilidad y el impulso del territorio.

Estos principios, que sitúan a las personas por encima de cualquier otro interés, han contado con el reconocimiento de los vecinos de Muro, que elección tras elección han depositado su confianza en Rafael Climent.

Dejando al margen conceptos más o menos rimbombantes, el hoy conseller de Economía se ha distinguido a lo largo de su trayectoria por ser un alcalde cercano a sus vecinos, un alcalde de pueblo en toda la extensión positiva de la palabra, que ha defendido los intereses municipales, pero sin olvidar la cooperación territorial. De hecho, Climent ha presidido desde su puesta en marcha la Mancomunidad de l'Alcoià y El Comtat, un organismo cuya constitución fue un auténtico hito histórico, en una comarca acostumbrada a las políticas de campanario.

Un hombre, en definitiva, de principios, que intentará trasladar su filosofía al conjunto de la Comunidad en el reto más importante al que se ha enfrentado hasta ahora.