Ni la solemnidad de un himno ni la seriedad de un desfile institucional: «Paquito el Xocolatero». Esa fue la pieza elegida ayer por la Unió Musical Socialista para acompañar el histórico momento en que Ximo Puig, ya como presidente de la Generalitat, salió de las Cortes Valencianes para dirigirse al Palau. La canción no era una elegida al azar. «Es la música de la fiesta, del pueblo, de los valencianos. Hoy tenemos que celebrarlo, y esta es la mejor manera», explicaba un músico de la formación.

Ese espíritu, el del poble, o «la aldea», como bromeaban algunos en referencia a las polémicas palabras de Carolina Punset sobre la inmersión lingüística, estuvo bien presente durante los 45 minutos que duró el «paseíllo» de Puig, Mónica Oltra y el resto de miembros del futuro gobierno. Cerca de tres cuartos de hora tardaron en recorrer los 450 metros que separan ambos edificios, bajo un sol de castigo y prácticamente de la mano de una multitud de valencianos que se agolpaba a su paso para celebrar el triunfo y saludar a su nuevo presidente.

Alrededor de las 12 horas comenzaron a salir por las puertas de las Cortes, en cuya fachada se podía ver una bandera arcoíris en homenaje al Día Internacional del Orgullo LGTB, distintos políticos y empresarios que habían atendido minutos antes las palabras y el juramento de Puig. Se llevaron algunos silbidos los expresidentes Eduardo Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra, así como otros diputados del PP. El malestar quedó atrás cuando, a las 12.10 horas, Puig y Oltra asomaron bajo el dintel de la puerta.

La música comenzó a sonar y las fotos, los saludos y los abrazos empezaron a sucederse. Entre ellos, los de los miembros de la plataforma en Defensa de la Llei de Dependència, con Elvira Murcia a la cabeza. Puig se acercó a esta dependiente, que llegó a encadenarse al Palau de la Generalitat para exigir su prestación, y se abrazó a ella con emoción. Oltra no se quedó atrás; los tres inmortalizaron el momento con no una, sino decenas de instantáneas.

El particular pasacalles contó también con la presencia de miembros de Escola Valenciana, Intersindical y extrabajadores de RTVV como Salut Alcover. Durante el recorrido también se podían ver camisetas en defensa de la educación pública o de «Orgullós de ser de poble», un lema reivindicado por muchos de los que allí se encontraban. «La política ha vuelto al pueblo», se oía.

«¿Podemos pasar? ¿En serio?»

A su llegada a las puertas del Palau de la Generalitat por la calle Cavallers, Puig entró por primera vez como jefe del ejecutivo valenciano a la que será su nueva casa durante los próximos cuatro años. Las llaves del piso se las entregó Alberto Fabra, quien le esperaba en la puerta aguantando también el sol de justicia. Acto seguido, sin saber muy bien cómo tenían que actuar exactamente, cientos de valencianos constataron que podían entrar libremente al histórico edificio, muchos de ellos sin salir de su asombro. «¿Podemos pasar, en serio?» «¿Què fem, entrem? Es pot?», eran las preguntas más repetidas. Entre la emoción del momento y el calor, la mayoría quiso entrar a ver la que Puig definió como «la casa de tots els valencians», animados por la nueva filosofía del cap i casal de abrir las puertas de todos los edificios públicos como símbolo de transparencia.

A la salida, la fiesta continuó con horchata, zumo de naranja y flaons de Morella. La terreta del nuevo presidente siempre presente. La plaza de Manises y sus escasos metros de sombra a las 13 horas acogieron la actuación del cantautor Pep Gimeno el Botifarra. El de Xàtiva cantó a los pies de la Diputación, que hasta hace pocos días presidía Alfonso Rus, exalcalde de la misma localidad. Este hecho no pasó desapercibido tampoco para Puig, que lo referenció cuando subió al escenario junto a Oltra, Botifarra y Paco Genovés. Brevemente, el presidente señaló que «ahora la Generalitat es de todos los valencianos; hace tiempo que debía haberlo sido».

El cómico alcoyano Xavi Castillo, la actriz Rosana Pastor o el doctor Pedro Cavadas, entre otros, también se reunieron en la plaza Manises, donde políticos como Pedro Sánchez continuaban haciéndose fotos con los simpatizantes, mientras otros ya hacía tiempo que habían abandonado el enclave, como Alberto Fabra. El presidente saliente se alejó del Palau y casi con alivio (quien sabe si sólo por el calor), se quitó la chaqueta y se marchó a pie.

La «festa del poble» terminó para la mayoría cerca de las 13.30 horas. Los líderes del Bloc y de Els Verds, sin embargo, continuaron en un bar cercano las cábalas sobre el futuro gobierno valenciano, intentando encajar todas las piezas del complejo puzzle. Las negociaciones no pararon en ningún momento, ni durante el «paseo de gloria». «Está hablándose» o «todavía no se sabe nada» se mezclaban con los gritos espontáneos de «Ximo president!».