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El bipartidismo tras el 24-M

El fin de una era

Los dos grandes partidos han perdido casi un millón de votos en la Comunidad en sólo ocho años, después de que en las últimas autonómicas sumaran apenas un 48% de los apoyos que consiguieron en su «mejor momento»

El fin de una era EFE/Juan Carlos Cárdenas

Hace sólo ocho años, allá por mayo de 2007, el PP revalidaba su mayoría absoluta en las Cortes Valencianas con el 53% de los votos, que sumados al 35% de los sufragios conseguidos por el PSPV dejaban al bipartidismo en su cénit electoral en la Comunidad, al acaparar entre ambas formaciones casi nueve de cada diez votos en aquellos comicios autonómicos y más de dos millones de apoyos. Una situación que se repetía a nivel provincial, donde los dos grandes partidos acumularon mandato tras mandato en torno al 80% de los votos válidos. Sin embargo, apenas dos legislaturas después, el escenario ha sufrido una profunda transformación. Los expertos señalan como responsables del fin de esta era política a las decisiones tomadas por los dirigentes de ambas formaciones políticas, a la crisis económica y a la corrupción.

La realidad, en datos, cuenta que en las últimas elecciones autonómicas el bipartidismo apenas sumó el 48% de los votos, dejándose por el camino casi un millón de votos, que han ido a manos de formaciones emergentes, como Compromís, que se ha consolidado en la tercera posición (pasado de 6 a 19 diputados), junto a Ciudadanos y Podemos, que han irrumpido en el Parlamento valenciano con trece representantes cada uno, y un total de 580.000 votos. Antonio Alaminos, experto en Sociología Electoral de la Universidad de Alicante, admite que esperaba el descenso socialista, pero no tanto el del PP. «El PSOE es un partido en caída estructural. La caída del PP dependía de las decisiones que tomasen en Madrid y Valencia. Si hubieran sido correctas se habría minimizado el daño, porque el votante popular es muy fiel. Pero no actuaron a tiempo y agravaron el daño electoral», señala Alaminos, en referencia a los datos segregados. Y es que el declive del bipartidismo tiene su origen en la decadencia de PP y PSOE. Los populares, en las últimas autonómicas, perdieron el apoyo de casi la mitad de su electorado, mientras que los socialistas no supieron aprovecharse del retroceso de su eterno rival en las urnas y, aunque recuperará espacios de poder, también perdieron votos, en concreto, más de 180.000 apoyos, dejando su suelo electoral en sólo el 20%. Este hundimiento del bipartidismo tiene, a juicio del sociólogo y politólogo Carlos Gómez Gil, una explicación en las respuestas del PP y PSOE ante los «problemas angustiosos de la gente». «Ambos partidos han abandonado a la gente a su suerte cuando han gobernado, dejándola en manos de los poderosos, mientras veían con pasividad cómo aumentaban los desahucios, la pobreza, el paro y el sufrimiento de muchos. Muchas personas, especialmente sectores jóvenes y dinámicos, no lo han perdonado y han querido dar su confianza a fuerzas políticas más directas y participativas», asegura el profesor de la UA.

EU, entre víctima y triunfador

Aunque a nivel autonómico la caída del bipartidismo y la irrupción de nuevas formaciones también se han cobrado otra víctima, Esquerra Unida, que hasta ahora siempre había tenido representación en el Parlamento valenciano. De hecho, en el año 1995, con el cambio de color al frente del Consell, la formación de izquierda alcanzó su máximo con 273.000 votos, que les reportaron diez actas. Sin embargo, hace solamente dos semanas, los sufragios apenas superaron los 100.000, insuficientes para superar la barrera electoral del 5%, necesaria para entrar en el reparto de diputados.

En contraposición al descenso autonómico, EU -que se presentó a las últimas elecciones en la ciudad de Alicante bajo la marca electoral de Guanyar, apoyada por Podemos, junto a otros partidos- cosechó sus mejores resultados electorales en la capital, fruto del batacazo electoral del bipartidismo, que durante años acumuló en torno al 85% de los votos en la ciudad y que en las últimas elecciones apenas fue capaz de sumar un 46% de los sufragios. Ocho años atrás, en cambio, se repartieron la totalidad de los concejales (15 populares y 14 socialistas). Esta vez, el puzle es bien distinto. De hecho, PP y PSOE, ni queriendo, podrían lograr la mayoría absoluta en el Ayuntamiento. A apenas veinte kilómetros, en Elche, la radiografía evidencia una situación similar, aunque con matices. Allí, el bipartidismo sí podría alcanzar la absoluta, aunque el reparto de escaños va a ser el más plural de la historia. Si durante cuatro mandatos PP y PSOE apenas dejaron un acta en manos ajenas, en esta ocasión Compromís, Ciudadanos, Ilicitanos y Partido de Elche se reparten una decena de asientos en el pleno, además de ser clave en la formación del próximo gobierno municipal.

En los motivos de por qué la era del bipartidismo ha dejado paso a un escenario inesperado hace apenas unos años, históricos socialistas y populares alcanzan puntos en común. La mayoría responsabiliza a sus propios partidos por las decisiones tomadas en los últimos mandatos. El socialista Alberto Pérez Ferré, exdiputado nacional y autonómico y exsenador, admite que el PSOE «no ha hecho la debida oposición». «Hemos pecado de falta de contacto con la sociedad. No hemos hecho las cosas bien. Pero si España fuera Francia y hubiera segunda vuelta, PP y PSOE serían los partidos que competirían por el gobierno autonómico. Espero que Podemos y Ciudadanos dejen de gestionar el cabreo de la gente y apuesten ya por el futuro», añade el histórico socialista.

Pese a las diferencias ideológicas, el análisis de Pérez Ferré no dista mucho del realizado por Joaquín Ripoll, expresidente provincial del PP en Alicante. Ripoll admite que el «tiempo cansa a todos» y asegura que lo «raro» es que el PP «haya estado veinte años» en el poder. Sobre los emergentes, el expresidente de la Diputación lo tiene claro: «Las novedades suelen gustar. Veremos ahora cuando se les conozca gobernando».

La evolución del bipartidismo, aunque desde una perspectiva nacional, se verá en unos meses. En las últimas elecciones generales, PP y PSOE se repartieron los doce diputados en juego en la provincia de Alicante, reuniendo más del 80% de los votos. De mantenerse la tendencia, los tradicionalmente grandes partidos tendrán que, como han hecho en la última visita a las urnas, repartir el poder con los emergentes. A final de año, se desvelará la incógnita.

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