A pesar de los rumores sobre la pérdida de confianza del presidente Rajoy, la dirección nacional del PP ha ratificado a Fabra como su candidato en la Comunidad Valenciana. Fue precisamente ese mismo órgano el que hace más de tres años aupó al entonces alcalde de Castellón para sustituir a Francisco Camps, procesado por la conocida como «causa de los trajes» del caso Gürtel.

Este arquitecto técnico de 50 años, divorciado y con dos hijos, contó entonces con el beneplácito de la dirección del PP, que buscaba con su nombramiento limpiar la imagen de un partido manchado por la corrupción.

Fabra ha salvado un camino lleno de minas, afrontado la etapa más complicada del PP, tanto en el ámbito institucional como en el del partido. Además de lidiar con la crisis, ha visto como se multiplicaban los casos de corrupción que afectaban a miembros del PP, lo que le llevó a establecer una «línea roja» contra la corrupción. Cuestión de supervivencia.

En el plano económico, Fabra puso en marcha una política de absoluta austeridad, aunque por ahora será recordado -tras treinta años en la política y todo tipo de cargos- por haber firmado el fundido a negro de Canal 9.