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Convención Nacional del Partido Popular

La cúpula popular arropa a Miguel Valor en la rehabilitación política de Alicante en el PP

Fabra, Císcar y la mayoría del equipo de gobierno municipal acompañan al alcalde durante una intervención en la convención que le refuerza para cerrar el mandato y pasar página de forma definitiva a la etapa de Castedo

El alcalde de Alicante, Miguel Valor, durante su intervención de ayer en la convención nacional del PP. información

Nueve días después de la llegada de Miguel Valor al despacho de la Alcaldía, Alicante ya vuelve a contar en el mapa político del PP. No tiene nada que ver con que el nuevo primer edil tenga más o menos peso político -no lo tiene- ni siquiera con el hecho de que su intervención en la convención que se celebra este fin de semana en Madrid fuera mejor o peor. No sólo no fue brillante sino además resultó pobre tanto en el fondo como en la presentación. Pero lo cierto es que la ciudad de Alicante, la capital de la cuarta provincia de España, volvió a tener representación en un evento del partido que, en estos momentos, tiene la mayor cuota de poder institucional, algo que entierra de forma definitiva la etapa de Sonia Castedo, a la que ya nadie nombra en el PP. Ni para bien ni para mal.

Más allá del mensaje que trasladó Miguel Valor y del malestar que originó entre cargos locales del PP por la improvisación y la falta de preparación, el acto reforzó al alcalde para pilotar la transición que supone lavar la cara del Ayuntamiento de Alicante en los próximos cuatro meses para que los populares puedan llegar a las elecciones, al menos, en condiciones de contar con alguna opción de seguir en el gobierno. El primer edil tuvo un respaldo absoluto tanto del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, como del líder provincial del PP, José Císcar, -estaba sentado junto a Valor- que siguieron su intervención junto a la inmensa mayoría del grupo de concejales -empezando por Andrés Llorens y acabando por Marta García-Romeu pasando por Juan Seva, Luis Barcala o Carlos Castillo, entre otros-, diputados autonómicos -entre ellas la hija de Luis Díaz Alperi en primera fila- y nacionales, alcaldes... Hasta el moderador -Antolín Sanz, secretario general del grupo del PP en el Senado- le lanzó un guiño a Valor. «Aquí tenemos a nuestro buen alcalde de Alicante, al cual deseamos todos los éxitos», soltó como presentación y como señal inequívoca de que los populares respiran aliviados con la marcha de Castedo, que se habia convertido en un problema con caja de resonancia en toda España.

El alcalde de Alicante se mostró incómodo. Sentado en un taburete y con un discurso leído, le sobró casi la mitad del tiempo que le habían concedido en un turno de intervenciones junto a los líderes municipales del PP en Zaragoza y Barcelona. Tuvo un par de concesiones fuera de guión, muy al estilo de Miguel Valor, para agradecer el apoyo tanto de la Generalitat como del Gobierno, imprescindibles, vino a decir, para Alicante. Dos referencias que aludían, obviamente, a los movimientos tanto de Fabra como de Génova para promover el relevo en la capital alicantina. El objetivo, en todo caso, era salir reforzado internamente y que el nombre de Alicante quedara al margen de las investigaciones judiciales por corrupción en las que está envuelta Castedo. Y, desde luego, Miguel Valor lo ha conseguido de sobra durante estos días. Tiene vía libre para tomar decisiones que trasladen la imagen de un golpe de timón. Alguno de los concejales, por ejemplo, no se ha cansado de airear en los pasillos de la convención a todo el que quería escuchar la decisión de retirar a Enrique Ortiz -imputado junto a Castedo en Brugal- una de las contratas municipales de limpieza que tenía como gesto de la nueva etapa que ahora se abre.

A rey muerto, rey puesto. Con Castedo ya en el olvido, todos los concejales del Ayuntamiento de Alicante se han mostrado cercanos a Miguel Valor. Le han arropado, le han acompañado en todo momento, han compartido comida... Ni un minuto solo. Incluso se ha visto muy próximos al nuevo primer edil a concejales que estuvieron en el núcleo duro de Sonia Castedo como Marta García-Romeu o Juan Seva que, por ejemplo, siguieron la intervención de Miguel Valor en primera fila frente a la discreción de otros regidores. Adaptados ya a los nuevos tiempos.

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