Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De empresario de misa diaria a político bajo sospecha

Industrial agrícola y miembro del Opus Dei, Juan Cotino se inició en política de la mano de Rita Barberá, aunque es su etapa como conseller con Francisco Camps la que lo ha vinculado a los presuntos casos de corrupción

De empresario de misa diaria a político bajo sospecha

Cuando la alcaldesa de Valencia Rita Barberá lo nombró en 1991 concejal de Seguridad Ciudadana de Valencia y ordenó incluir en las fichas policiales la raza y orientación sexual de los fichados, la polémica fue mayúscula. El nombre de Juan Cotino saltó entonces a los titulares que ya no ha abandonado hasta su dimisión. Y es que, a punto de cumplir 65 años, el actual presidente de las Cortes, ha ocupado casi todos los cargos que se pueden ocupar en política excepto alcalde y jefe del Consell, al tiempo que se ha visto implicado, que no imputado, en la mayor parte de los casos de supuesta corrupción que han asolado la Comunidad en las últimas décadas.

Si en el ámbito personal todo es aparentemente intachable, como agregado que es del Opus Dei , de misa diaria y fuertes convicciones religiosas, otra cosa es el ámbito político. Como el perejil, está en todas las salsas. Su nombre aparece en la mayor parte de los sumarios abiertos en la Comunidad en los últimos años. De los supuestos amaños durante la visita del Papa en 2006 , en la que según testigos él «cortaba el bacalao», a sospechas de adjudicaciones de las residencias de ancianos de su familia, del saqueo de la depuradora pública de Pinedo a sus supuestos manejos para que las víctimas y familiares del accidente del metro de Valencia no denunciaran... Gurtel, Brugal, Bárcenas... en todas sale el nombre de Cotino aunque él siempre ha jurado y perjurado que «nunca» en su larga trayectoria pública «ha favorecido a ninguna empresa de ningún tipo».

Tras las conversaciones grabadas por la Policía entre su sobrino Vicente Cotino y el empresario alicantino Enrique Ortiz en el marco del caso Brugal, Cotino anunciaba que tenía previsto jubilarse en cuanto cumpliera los 65 años, e insistía en que no dimitiría antes, reiterando que ha podido «meter la pata» muchas veces pero nunca «meter la mano en la caja». De hecho, Cotino nunca ha sido acusado de quedarse dinero para él mismo, aunque sí ha habido varias acusaciones de beneficiar a las empresas familiares, como Sedesa dirigida por su sobrino Vicente, desde sus cargos públicos, así como de estar vinculado a los casos de presunta financiación ilegal del PP. En cualquier caso, hasta el momento, se ha librado de la imputación en todas las causas, no así de las sospechas.

Nacido el 26 de enero de 1950, en una familia de pequeños empresarios agrícolas, ingresó en UCD en 1976 para pasar posteriormente al PDP y, de ahí, integrarse al PP. Fue concejal en Valencia hasta que en 1996 fue nombrado director general de la Policía por Mayor Oreja durante el gobierno de José María Aznar. Durante este periodo vivió durante tres años en Madrid en la misma vivienda con el entonces vicepresidente del Congreso de los Diputados, Francisco Camps , y en 2002 fue designado delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana. Tras la victoria de Zapatero, Camps lo incorporó al gobierno autonómico donde fue conseller de Agricultura y Pesca hasta 2007; Bienestar Social hasta 2009, y Medio Ambiente, Agua y Urbanismo hasta 2011, cuando pasó a ocupar la presidencia de las Cortes que abandonará en los próximos días, unos meses antes de lo que había previsto, para dedicarse, o eso aseguran los que le conocen, a la actividad agrícola. De hecho, en enero Cotino ya renunció al plus de exclusividad de la Cámara para dedicarse al cultivo de caqui en su finca, o eso dijo entonces.

Como presidente de las Cortes, Cotino se estrenó haciendo gala de su confesión jurando su cargo ante un crucifijo. De hecho, siempre ha representado, junto con Camps, el ala más religiosa y conservadora del PP valenciano y a él se debe el impulso de las políticas antiabortistas del Consell en la era del predecesor de Alberto Fabra en el Consell, y el refuerzo de la religiosidad no sólo en la educación sino en todos los ámbitos. Cotino no ha dudado incluso en utilizar las nuevas tecnologías para hacer proselitismo de sus creencias utilizando su cuenta en Twitter para rogar a sus seguidores que pidieran por él a Santo Tomás Moro, patrono de los Políticos.

Su religiosidad, sin embargo, no le ha impedido dirigir con mano férrea las sesiones de la Cámara. A Juan Cotino, de hecho, nunca le ha temblado el pulso a la hora de mantener el orden expulsando a todo bicho que se moviera, siempre que no fueran del PP, claro. Las diputadas de Compromís, Mónica Oltra y Mireia Mollá, los miembros de la plataforma por la Discapacidad o los representantes de los trabajadores de RTVV son algunos de los que han salido por la puerta expulsados por el presidente de las Cortes por saltarse algún reglamento, y entre la oposición se le ha acusado de usar las Cortes como «su cortijo» en beneficio de su partido. Especialmente bochornoso fue el insulto de Cotino a la diputada de Compromís Mónica Oltra a la que en el hemiciclo autonómico le espetó que «si fuera su padre me avergonzaría de tener una hija como usted, pero como posiblemente no lo conoce...» (Mónica Oltra no incorporó el apellido paterno hasta los 11 años).

Cotino dejará en los próximos días su cargo al frente de las Cortes y cerrará así su dilatada trayectoria política para volver a sus orígenes y dedicarse con más mimo a la empresa agrícola familiar. Por dinero no lo hará, porque el aún presidente de las Cortes declaró casi dos millones de euros de patrimonio en 2012 y es uno de los políticos con mayores recursos de la Comunidad Valenciana.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats