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Otra oportunidad perdida

El debate de Política General evidencia la debilidad del liderazgo de Fabra y la incapacidad de la izquierda para ofrecer una alternativa

Apenas unas horas después de que se apagaran los ecos del debate de Política General en las Cortes -en teoría, la sesión más importante del año y la que arranca oficialmente el curso político tras el verano-, cargos del PP se lamentaban del papel que jugó el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, cuando, a día de hoy, todavía tiene pendiente su ratificación como candidato. Falta de rigurosidad con una «lluvia de millones» cuya financiación Fabra supedita al «cuento de la lechera» de una mejora de la economía y de un aumento de los ingresos; fallo estratégico al sacar el debate de la corrupción aludiendo a la conexión entre Enrique Ortiz y cargos del PSPV conexión cargos del PSPV cuando los populares, entre unos casos y otros, suman más de un centenar de imputados; y ausencia de credibilidad cuando, por ejemplo, propone medidas a cinco años vista que ni siquiera están en sus manos gestionar. Dirigentes del PP dan por hecho que, al final y casi por descarte, Fabra repetirá como candidato al Consell. Y por eso, con más razón, consideran que el discurso del titular de la Generalitat tenía que haber servido para intentar recuperar la iniciativa, a sabiendas, además, de que las encuestas vaticinan al PP un importante retroceso en las urnas.

En las filas populares hay preocupación por la actitud que ofreció el grupo parlamentario durante la sesión plenaria. La mayoría de los diputados, herencia de la época de Francisco Camps, son conscientes de que tienen fecha de caducidad. Ese estado terminal del actual equipo parlamentario se evidenció en la puesta en escena, en las caras e, incluso, en la desgana de los aplausos, siempre inducidos. Por vez primera en mucho tiempo, el PP ofreció una imagen de inconsistencia de la que se contagió el propio Fabra, reflexionaron estas mismas fuentes. Hubo hasta improvisación con propuestas que el presidente de la Generalitat lanzaba en la tribuna -como, por ejemplo, la iniciativa para rebajar el IRPF-; que, por contra, tenían un reflejo completamente diferente en la documentación que el Consell había preparado para la intervención.

Sensación de oportunidad perdida en las filas populares, la misma que se ha extendido, igualmente, entre la bancada de la izquierda, incapaz, juntos o por separado, de ofrecer una alternativa convincente. A ocho meses de las elecciones y cuando, por vez primera en veinte años, existe una oportunidad de cambio, las intervenciones de los síndics parlamentarios del PSPV, Compromís y EU, por diferentes razones, se quedaron lejos de encauzar una propuesta ilusionante de cambio político. El argumentario se quedó en un ataque frontal a Fabra pero sin soluciones para salir de la crisis. Diputados de la izquierda, sólo 48 horas después de finalizar la sesión, se lamentaban de que las tres fuerzas parlamentarias que aspiran a romper la hegemonía del PP en 2015 se habían mostrado incapaces de poner encima de la mesa un programa de cambio creíble; ni tampoco de articular un plan de acción conjunto para evidenciar aún más, si cabe, los puntos más débiles de la gestión de Fabra. Y ahora puede que ya sea demasiado tarde.

Ni siquiera estuvieron ágiles a la hora de ajustar sus calendarios internos para llegar al pleno con sus principales candidatos electorales ya designados. Es conocido que los socialistas, fruto de un sinfín de enredos y cálculos, tienen a su aspirante al Consell, Ximo Puig, fuera de las Cortes. Y, a día de hoy, no parece que el actual síndic, Antonio Torres, vaya a tener un papel destacado en la cita de 2015. Los movimientos internos de Compromís apuntan a que, con toda seguridad, Mónica Oltra será la candidata a la Generalitat, como relevo de Enric Morera. Pero el retraso en la confección del reglamento de primarias ha impedido cerrar ese movimiento. Así que Morera ejerció como portavoz y Oltra se quedó fuera de un escenario ideal para presentar su tarjeta de visita. Algo parecido le ocurrió a EU, donde están convocadas las primarias pero está por ver aún si la lista al Consell la liderará Marga Sanz, que actuó como síndica; o Ignacio Blanco, portavoz adjunto de EU en las Cortes y que aspira también a la candidatura.

Junto a la debilidad de Fabra y a la incapacidad de la izquierda para articular su alternativa, desde luego, este arranque del curso político también ha destapado la crisis de un parlamento que la mayoría del PP maneja a su antojo y que, lejos de convertirse en foro en el que se debaten los grandes temas de la política valenciana, se ha convertido en un hemiciclo semiclandestino -el debate de Política General llegaba después de 68 días cerrado- y muy alejado del pulso de la sociedad. Las Cortes se han convertido en una institución decimonónica en la que el partido con mayoría, en este caso el PP, impone el calendario hasta reducirlo a la mínima expresión; en el que los temas de actualidad se debaten con meses de retraso en función de los intereses del grupo popular para que se queden sin ningún tipo de impacto; y en el que, sin ir más lejos, hasta el presidente, en una situación inédita y que desacreditó por completo su propuesta de abrir el parlamento once meses al año, se decidió a despachar las réplicas a la oposición en una intervención conjunta.

Puede que el reglamento lo permita pero, desde luego, no es la mejor manera de intentar cambiar la política responder en grupo a los representantes de tres fuerzas que suman un millón de votos. En esas está la Comunidad, con las principales fuerzas políticas atadas, sin ofrecer una alternativa de futuro a los ciudadanos y sin un foro real en el que debatir problemas con una agenda que centre el interés de la sociedad. Pocos se atreven a vaticinar lo que ocurrirá en las elecciones autonómicas de 2015. Todo indica que habrá un parlamento con más voces y más fragmentado. Pero, de momento, este inicio del curso político, a ocho meses decisivos para llegar a las urnas, evidencia el final de una etapa. Y, sobre todo, la necesidad, gane el que gane en 2015, de cambios muy profundos.

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