Los números son sufridos y admiten una amplia gama de interpretaciones, pero no alcanzan los milagros. Cuando se sufre un déficit estructural, con los ingresos y los gastos están descompensados de raíz, a lo máximo que se puede aspirar es a ir salvando las urgencias a costa de hipotecar el día de mañana. Es el cuadro clínico que presenta una economía y finanzas de la Generalitat asfixiadas por un agujero negro en la gestión pasada y por la insuficiente financiación que llega del Estado, el mismo que luego le facilita el oxígeno a través del plan de pago a proveedores o el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). La Cuenta General de 2013 retrata una Generalitat secuestrada por su hipoteca. Las urgencias de hacer frente a las necesidades de pago inmediato con esa ayuda estatal ha engordado la pelota de los compromisos de gasto para 2014, 2015, 2016 y años posteriores hasta los 41.918 euros, lo que supone un incremento del 7,5%, que se suma al 42% que ya creció en 2012.

Del total de compromisos por ejercicios futuros, 2.404 han de atenderse en 2015 y 36.467 a partir de 2016. Ese es el panorama al que se enfrentará quien coja las riendas de la Generalitat el año que viene. Un horizonte negro, con independencia del color político del Consell que lo tenga que encarar.

El conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, dedicó ayer una hora y 45 minutos a explicar con mirada optimista la Cuenta General. Celebró, por ejemplo, el resultado económico-patrimonial, que refleja una disminución de las pérdidas de un 34,67% , exactamente en 1.936 millones. Con todo, el desfase entre gastos e ingresos fue de 3.648 millones. Menos favorable es la evolución de la deuda pública, que se incrementó en 3.329 millones hasta alcanzar los 26.617, según se refleja en el cierre contable de 2013. Para tender los pagos, hubo que endeudarse más. Gracias a una inyección del Estado, que vía FLA aportó 3.100 millones en 2013 y otros 934 con cargo al segundo plan de pago a proveedores, una vía que permitió generar crédito para pagar a los empresarios que tenían facturas pendientes con la Generalitat. Aunque el grueso de ese plan se ejecutó ya en febrero de 2014. La inyección del Estado salva primero y luego lastra las cuentas.

Fruto del rescate, que transformó la deuda comercial con proveedores en deuda financiera (los créditos para liquidar facturas), las obligaciones pendientes con acreedores a largo plazo crecieron de los 19.416 millones hasta los 22.277 en 2013. La deuda con los acreedores a corto plazo pasó a reducirse a 16.352 millones, frente a los 17.187 de 2012. La suma de obligaciones pendientes con acreedores alcanzó los 38.629 millones, frente a los 36.603 de 2012.

Ni siquiera con todo el oxígeno de Madrid se pudo evitar que al cierre de 2013 quedaran 4.391 millones impagados. Es el resultado de sumar las obligaciones no atendidas reconocidas en el presupuesto (2.669 millones) y aquellas otras que fueron en su día contraídas sin respaldo presupuestario las llamadas facturas en los cajones y que en 2013 no tuvieron préstamos para ser liquidadas. El fondo de rescate permite precisamente que hayan podido ir aflorando esas facturas en los cajones cuya «ocultación sistemática» llevó a la Unión Europea a abrir una investigación por posible manipulación del déficit «a lo largo de muchos años», según el expediente europeo.

Para ser legalizadas han ido a parar a la cuenta 409, algo así como un cajón-limbo en el que en 2013 quedaron pendientes de pago 1.481 millones de distintas conselleries unos 1.000 millones son facturas sanitarias, y 241 millones de las ayudas a la vivienda que siguen pendientes de ser satisfechas. Apenas hubo una reducción real de 18 millones en esa partida de pagos a proveedores. Porque el efecto Ciegsa fue el causante del grueso de la caída en un 29% de 3.509 a 2.493 millones en la cuenta pendiente por esas facturas reconocidas sin consignación presupuestaria.

La empresa 100% de la Generalitat encargada de construir el mapa escolar tenía pendientes de cobro 771 millones. Son el resultado de la compensación de deudas cruzadas entre la sociedad pública y la Generalitat a cuenta de centros recepcionados, por un lado, y de los créditos facilitados por la otra parte. Orfebrería contable. En todo caso, el conseller Moragues, que estuvo acompañado por su equipo, se esforzó ayer en remarcar hasta cinco veces la salvedad de que la foto fija a 31 de diciembre de 2012 no refleja ninguna reducción significativa de los impagos porque la aplicación del segundo plan de pago a proveedores se retrasó hasta febrero de 2014. Fue entonces cuando se abonaron 1.815 millones a los proveedores de la Generalitat, 1.000 de ellos por impagos presupuestarios y el resto por deudas que estaban en ese cajón de las facturas pendientes de reinserción contable.

Estas partidas de las facturas en los cajones se incluyen en la Cuenta General dentro del concepto acreedores presupuestarios, que engloba la práctica totalidad de las deudas salvo excepciones como los débitos a otras administraciones. En ese capítulo hay pagos pendientes por 6.941 millones, frente a los 6.322 de 2012. Un descenso de apenas un 8,9% (618 millones) pese al impacto de la citada reducción por los «pagos» de ingeniería financiera a Ciegsa.