El susto inicial se convirtió en alegría final tras un día de playa en San Juan. Tanto la pequeña Amaia como su mamá Edurne Poveda se encuentran en perfecto estado de salud después de un alumbramiento en plena ruta mientras circulaban con el coche por la A-31, la autovía de Madrid-Alicante.

Eran las seis y media de la tarde del miércoles y Edurne y su marido Emilio Férriz -ambos de 34 años de edad- regresaban a su casa de Elda cuando, poco antes de llegar al Portichol, la embarazada rompió aguas y comenzaron las contracciones. No se lo esperaba porque, a pesar de haber sobrepasado cinco días la fecha prevista para el nacimiento, el ginecólogo le había dado cita para la próxima semana ya que el proceso iba lento y quería inducirle el parto.

«Sin embargo todo fue rapidísimo. Tuve cinco contracciones muy intensas, me recliné en el asiento del coche y en apenas unos minutos vino al mundo mi bonita niña», explicaba ayer la feliz mamá mientras le daba pecho en el Hospital de Elda. El papá también pasó momentos de apuro pero tuvo que mantener la calma porque iba conduciendo y, en ese momento, nada podía hacer por ayudar a su mujer. Tan pronto como bajó el Portichol se detuvo en la gasolinera de Monforte del Cid y desde allí pidió ayuda a los empleados, que llamaron al 112. Afortunadamente tras ellos circulaba a pocos kilómetros de distancia en otro vehículo la tía de la mamá, que es enfermera y ha trabajado quince años en Partos. Solo tardó diez minutos pero cuando Marcela Perona llegó al lugar se encontró a su sobrina dentro del coche, llorando de alegría y con la recién nacida bien sujeta sobre su pecho. «La tranquilicé y le até con fuerza el cordón umbilical con dos cintas que llevaba encima, y luego lo corté con una pequeña navaja que me dio mi marido -Juan Ángel Osona- y observé que el parto había sido perfecto», explicó ayer emocionada. A continuación envolvió al bebé con una de las toallas de la playa y en ese momento acudieron dos agentes de la Policía Local junto a la doctora y la enfermera de guardia del centro de salud, Encarna Ródenas y Andrea Pérez. Fue entonces cuando entre las tres pudieron retirar la placenta, que introdujeron en la bolsa de las pelotas de la playa, que era lo primero que encontraron a mano; y minutos después la niña y la mamá eran trasladadas en dos ambulancias al Hospital de Elda.

Amaia ha pesado al nacer 3 kilos 200 gramos y es una niña «muy buena». A sus papás ya se les ha pasado el susto y también a su único hermano, Julen, que tiene 12 años y tuvo que presenciar el ajetreo en el que se convirtió el nacimiento de su hermanita, a la que seguro que de mayor le va a encantar la playa.