Al Consell le interesaría, en esta ocasión, enterrar su discurso anticatalanista y, quizá, ponerle una vela a la Mare de Déu de Montserrat. En parte, la suerte del Consejo de Política Fiscal y Financiera del próximo 31 de julio en el que se deben abordar los nuevos planes de reequilibrio autonómicos -entre ellos el de la Comunidad y Cataluña, en tanto que incumplidoras del déficit- dependerá del rumbo de la reunión que el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, y su homólogo catalán, Artur Mas, mantendrán apenas 24 horas antes en Madrid con el debate soberanista como telón de fondo. En círculos económicos se da por hecho que Rajoy, para aplacar al líder catalán y tratar de que aparque la consulta del 9 de noviembre, ofrecerá a Cataluña una mejora sustancial del sistema de financiación y un balón de oxígeno para su compleja situación económica.

En el supuesto de que Artur Mas aceptara, cosa que parece a día de hoy poco probable dada la distancia que separa a ambos dirigentes, en ese Consejo de Política Fiscal y Financiera, Montoro debería tener un primer gesto con Cataluña, una comunidad también infrafinanciada y además que ha asumido un volumen de competencias muy superior al de otras autonomías. Y ese guiño hacia el gobierno de Artur Mas conduciría, por extensión, a mejorar la situación de los gobiernos regionales que están atravesando una peor situación, como es el caso de la Comunidad Valenciana. De ahí que lo que ocurra en ese encuentro se seguirá de reojo en el resto de España no sólo por la estabilidad territorial sino también por el rumbo que pueda acabar tomando la reforma del sistema de financiación autonómica.