En las filas populares se da por descontado que entre los cambios pendientes de ejecutar, se producirá un relevo en el «aparato» de la vicesecretaría de Organización, actualmente ocupada por Marisol Linares, cuyas relaciones con Fabra se han agriado notablemente. Esa salida le permitiría a Isabel Bonig -avalada ayer por el síndic parlamentario, Jorge Bellver, y por la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá- buscar una persona de su confianza o dar entrada a algún dirigente del entorno de Alfonso Rus. El peso territorial de Valencia en la nueva cúpula popular autonómica -con la marcha de Serafín Castellano, a su vez enfrentado a Rus- queda muy reducido. Sólo queda el mencionado Bellver, hombre de confianza de Barberá. Los dirigentes de esa provincia, sin embargo, se muestran reacios a facilitar nombres a Alberto Fabra para «rellenar» el escalafón. No están dispuestos a asumir la responsabilidad en el supuesto de que la caída del respaldo electoral del PP se confirme dentro de un año. Así que tampoco están muy interesados en «entrar» en una operación con la que el jefe del Consell intenta unir el partido de cara a 2015.

¿Y Alicante? Con José Císcar reducido a conseller de Presidencia y Agricultura en Valencia, el aún vicepresidente de la Generalitat va a poder dedicarse más a la organización provincial. El PP de Alicante quiere tener el margen de trabajo que no contaba cuando era Castellano el que tenía las riendas de la organización. En principio, los populares alicantinos apuestan por la continuidad de César Sánchez como vicesecretario regional del PP, aunque en las últimas semanas se han disparado todas las especulaciones sobre su salida del puesto. En círculos populares también se da por seguro que Fabra reforzará a Mercedes Alonso, alcalde de Elche, con el nombramiento de Antonio Luis Martínez Pujalte como uno de los vocales de libre elección pendientes de designación. Ahí también podría entrar Luis Santamaría, al que todas las «quinielas» del PP colocan como próximo delegado del Gobierno.