Josep Maria Felip i Sardà trabajó siempre en la sala de máquinas del Palau de la Generalitat. Primero para Josep Lluís Albiñana en el Consell preautonómico, después para Joan Lerma y Eduardo Zaplana y finalmente para Francisco Camps. Sus conocimientos en demoscopia y ciencia política le hicieron convertirse en una pieza muy valorada cuando de ganar elecciones se trataba. Hasta el valencianismo fusteriano le sentó a su mesa para recibir consejos con los que poder superar la barrera del 5% que le privó de entrar en las Cortes legislatura tras legislatura.

Pero Felip se cansó de estar a la sombra y quiso ser político. Ser la imagen de la victoria electoral, alegrar sus oídos con los cumplidos de los asesores y, por qué no, oler el cuero del coche oficial y la moqueta de los despachos de la Generalitat. Y fue Rafael Blasco, quien había sido su mentor y de quien aprendió mucho de lo que sabe, el que le dio la oportunidad de su vida en su solidaria Conselleria de Inmigración. Por fin iba a salir en los libros de historia.

Así, de pedir públicamente el voto para el primer Compromís en las elecciones de 2007 pasó a ser director general de Cooperación con el Gobierno del PP más fuerte de la historia. En privado se disculpó al PSPV. Pero lo que iba a ser el culmen de su ambición profesional y el principio de su prometedora carrera política acabó siendo el primer palazo de su «tumba».

Días después de llegar a la conselleria, su «amigo» Blasco le puso encima de la mesa de su despacho el expediente de la Fundación Cyes, con el que una ONG compró pisos en Valencia con dinero para pozos de agua en Nicaragua. El daño ya estaba hecho, según han confirmado los jueces, pero necesitaba una firma que dos anteriores directoras generales se habían negado a estampar. Y Felip lo hizo.

No estar en la cocción de esos documentos le ha salvado de la cárcel. De momento, sólo siete años de inhabilitación especial para empleo o cargo público.

Cuando la mafia te invita a comer, las siguientes veces pagas tú. Y ésa es la dinámica en la que cayó Felip tras certificar ese fatídico expediente. Su futuro se sabrá en las otras dos piezas del caso Blasco que se siguen investigando y en las que, muy a su pesar, ha tenido más protagonismo.