Tanto en las filas socialistas como en las de otras formaciones, incluido el PP, ha habido a lo largo de los años un reconocimiento a la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba en el sentido de considerarle como uno de los políticos más relevantes del país.

Son muchos los cargos que ha ostentado tanto en el Gobierno como en el partido y con ese bagaje y en medio de un momento difícil para su fuerza política, este superviviente felipista decidió dar el paso, ofrecerse para liderar el PSOE y ser el cabeza de cartel en unas elecciones generales tras dos citas con las urnas con la foto de José Luis Rodríguez Zapatero. El resultado no fue bueno y el PP consiguió la mayoría absoluta, pero aguantó.

Hubo después movimientos internos que desembocaron en el paso dado por Carme Chacón para disputarle el liderazgo en el Congreso de Sevilla de febrero de 2012. Pero Rubalcaba aguantó.

En medio del debate sobre el momento en que deberían celebrarse las primarias para las elecciones generales de 2015, defendió no hacerlo antes de las elecciones europeas. Su tesis aguantó. Pero ayer, Rubalcaba ya no aguantó más. El resultado de los comicios del domingo ha colmado su aguante y su paciencia y ha decidido entregar el testigo en el plazo de dos meses a alguien que, hoy por hoy, es una incógnita.

Forofo del Real Madrid, su alegría del sábado ha contrastado con la tristeza que le han provocado los resultados obtenidos por el PSOE en la cita con las urnas para renovar el Parlamento Europeo, una convocatoria para la que había pedido que los electores dijeran no a las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy.

Pero el no que ha provocado que anunciara que abandona el cargo es el que los ciudadanos han dado a la labor de oposición socialista.

Un químico como Rubalcaba no ha encontrado la fórmula para que el PSOE recuperara votantes, a los que desde el PP les ha llegado un aluvión de mensajes de que representaba el pasado y las políticas que condujeron a España a la crisis .

Ha luchado contra ello más que como el velocista que fue en su etapa universitaria, como un corredor de fondo que estaba convencido de poder lograr la meta.

Rubalcaba, un ex por excelencia (exvicepresidente del Gobierno, exministro de Educación y de Interior o exportavoz del Ejecutivo y del grupo socialista, entre otros muchos cargos) va a sumar ahora el puesto de ex secretario general.

Se hace difícil pensar en un Rubalcaba alejado de la vida política después de tantos años. Comenzó encargándose de temas relacionados con la educación cuando su partido accedió al poder, en 1982.

Meses antes de las elecciones generales de 2008 aseguraba que estaba ya en los últimos coletazos de esa vida. Nadie le creyó y, al poco, disputaba la Presidencia del Gobierno. Hoy no existe la misma sensación y parece que sus palabras han sido mucho más sinceras.

Pero seguro que cuando se certifique ese paso, tal y como ha comentado en alguna ocasión, unos de los momentos más emotivos que guardará en su memoria será el anuncio del final de la violencia por parte de ETA.

Al igual que Joaquín Almunia, Rubalcaba dejará la secretaría general sin haber logrado la Presidencia del Gobierno y con la esperanza de ser un puente entre Zapatero y en el próximo socialista en convertirse en el sucesor de Rajoy como inquilino de la Moncloa.