El Partido Popular subrayó ayer su victoria electoral en los comicios europeos, que ha ganado siendo el partido que gobierna, aunque también asumió el voto de castigo después de dos años y medio en los que ha tenido que tomar decisiones impopulares y pedir «muchos esfuerzos a los españoles». Con esta explicación analizó los resultados electorales la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, tras conocerse que los populares han perdido ocho escaños con respecto a los logrados en 2009, y se han quedado en dieciséis eurodiputados, frente a los catorce del PSOE.

Ni la secretaria general ni el cabeza de lista quisieron analizar la importante pérdida de votos que ha registrado el PP -2.600.000 votos menos que los que logró hace cinco años- y, en consecuencia, de escaños, al pasar de 24 a 16. En la comparecencia no hubo preguntas y la número dos convocó a todos para hoy, una vez que se analicen los datos en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del partido, que presidirá Mariano Rajoy.

Al finalizar la comparecencia, Arias Cañete se quedó posando para los fotógrafos mientras la prensa rodeaba a Cospedal y el vicesecretario de Organización y director de la campaña, Carlos Floriano, en un intento de que valoraran la pérdida de votos que ha sufrido el PP. El esfuerzo fue infructuoso porque ninguno de los dos quiso responder a esa pregunta, y Floriano se limitó a afirmar que los populares están «contentísimos» por haber ganado los comicios. No obstante, fuentes del PP recalcaron la «fragmentación» que ha sufrido la izquierda en estos comicios y que perjudica sobre todo al PSOE.

Decepción en Génova

Con todo, no hubo anoche celebraciones en la sede nacional del partido en Génova, donde Mariano Rajoy permaneció desde poco antes de las once. Tampoco se produjo el tradicional saludo desde el balcón que se monta en la fachada y que, al finalizar la rueda de prensa, se comenzó a desinstalar, en presencia de una escasa decena de simpatizantes que se habían trasladado a la calle Génova para dar su apoyo al partido.

Por su parte, la candidata socialista Elena Valenciano no descartó anoche que la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE pueda adoptar «mañana mismo [por hoy] decisiones derivadas» de un resultado electoral que calificó de «muy malo», «duro» y «difícil», y que supone el peor de su historia en número de votos. Tras conocer la derrota, Valenciano compareció junto a su coordinador de campaña y secretario de Organización, Óscar López, y sus palabras sonaban amargas: «Soy la vicesecretaria, la candidata y me corresponde a mí estar aquí dando la cara».

Valenciano, que siguió el escrutinio desde Ferraz junto al secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, admitió una debacle que hace sólo unos días aseguraba no contemplar. La caída de nueve eurodiputados y de 15,4 puntos sobrepasa los peores pronósticos que los socialistas han admitido en los últimos días. «Hay un terremoto; no sabemos si coyuntural o algo más», apuntaban a medianoche fuentes de la dirección.

Incredulidad en Ferraz

Aunque la escasa afluencia de militantes y simpatizantes a Ferraz no pronosticaba un final feliz, los alrededor de 80 socialistas que finalmente se congregaron en el salón de actos acogían los resultados con sorpresa e incredulidad. Con manos en la boca, exclamaciones incrédulas y algún exabrupto reaccionaban los militantes y simpatizantes socialistas. «¡Podemos, cinco!», gritaba una de las congregadas, mientras que otros asentían con la cabeza y la mayoría guardaba silencio.

Valenciano, que negó con la cabeza al ser preguntada si se había planteado renunciar a su escaño en la Eurocámara tras este varapalo, no fue tan clara al ser cuestionada sobre las consecuencias que el resultado puede tener en el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ante las muchas preguntas que le formularon al respecto se limitó a reiterar que es la Ejecutiva la que analizará los resultados hoy y que, después, Rubalcaba comparecerá ante la prensa.