El descontento ciudadano hundió ayer al PP y a los socialistas en la Comunidad con un batacazo que, incluso, fue superior al que ambas formaciones registraron en España. Unos y otros perdieron casi la mitad de los votos de las europeas de hace cinco años y se colocaron en los niveles más bajos de apoyo ciudadano desde que se recuperó la democracia: una debacle del bipartidismo. Los liderazgos de Alberto Fabra y Ximo Puig, a examen en estos comicios previos a la cita de 2015, salieron muy tocados de unas europeas que tanto los populares como el PSPV habían planteado como un «primer round» de las autonómicas y municipales de dentro de un año.

Los populares lograron su peor resultado en 20 años de victorias ininterrumpidas en la Comunidad. Quedarón atrás los tiempos que se saldaban con resultados aplastantes. De un millón de votos se quedaron en poco más de la mitad. La corrupción, la crisis institucional y política y la recesión económica le han pasado factura a los populares en las urnas. Aunque consiguieron repetir como primera fuerza autonómica, lo cierto es que el PP atraviesa el momento más delicado desde 1995: perdieron la friolera de 23 puntos sobre los comicios europeos de hace cinco años y se quedan claramente por debajo del 30% cuando en 2009 superaron nada menos que el 50%. Un resultado que elevará el tono de las voces que reclaman en el PP un relevo de Fabra como candidato y que pone en cuestión su liderazgo. Además, Fabra ni siquiera puede exhibir, en esta ocasión, un buen dato en relación al resto de España. El porcentaje del desplome popular en la Comunidad fue, incluso, superior. Con estos resultados, además, no sólo está en peligro el futuro de la Generalitat para el PP -se quedan muy lejos de la mayoría absoluta y sin socios posibles de gobierno- sino también las alcaldías de decenas de municipios. Y un último detalle: los populares valencianos aspiraban a dos eurodiputados en Bruselas. Al final, sólo entrará Esteban González Pons. La alicantina Eva Ortiz está muy lejos del escaño. Otra vía de agua para José Císcar y la cúpula provincial del PP.

Los socialistas valencianos, después de sus primarias, vivieron otra noche amarga. El batacazo en España pone en riesgo, una vez más, la estabilidad del alto mando de Ferraz. Y, encima, el primer examen de Ximo Puig después de su elección como candidato del PSPV a la Generalitat, se saldó con un sonoro fracaso. No aprovecharon la caída del PP. Se había planteado iniciar la remontada e, incluso, rebasar a los populares. Nuevo varapalo. Los socialistas valencianos lograron apenas el 21,6%, retrocedieron un total de 16 puntos, perdieron uno de cada dos votos y sacaron peor resultado que en el resto de España. Único consuelo: la distancia en las europeas de 2009 fue de más de 15 puntos mientras que anoche quedó fijada en menos de ocho.

Con una participación que cayó dos puntos en la Comunidad y se situó por encima del 50%, algo más que la media de España, estas elecciones europeas marcaron, junto a la caída del bipartidismo, el auge de los minoritarios: EU y UPyD sacaron más del triple de votos que en 2009. Incluso, el resultado de la coalición de izquierdas podría ser mejor, en función, de lo que ocurra con la impugnación de papeletas declaradas nulas por un fallo en el sobre. Podemos irrumpió como un ciclón con más de 143.000 votos mientras que Compromís multiplicó por siete el resultado de 2009 -unos 140.000 votos, más que en las generales- con el hito, además, de colocar, por vez primera, un eurodiputado en Bruselas. Con todas las cautelas, una proyección de votos en unas futuras autonómicas dejarían las Cortes con un escenario muy complicado: el PP se quedaría con 36 escaños, 19 menos; el PSPV lograría 27, 6 menos; EU doblaría hasta 11; UPyD llegaría a nueve; y Compromís y Podemos cosecharían ocho cada uno. Ni el PP tendría socios ni tampoco sumaría el «tripartito». Pactos y más pactos.