En la Unión Europea no hay dos regiones iguales, pero sí que se pueden establecer semejanzas entre muchas de las provincias, estados o autonomías que componen el mapa regional de las 271 administraciones de segundo nivel que forman la UE. Entre ellas, la Comunidad Valenciana es considerada ya un área «desarrollada»: los criterios de riqueza que determinan la idoneidad para recibir fondos estructurales del programa de ayudas 2014-2020 incluyen a la Comunidad entre las zonas «ricas» del continente, aquellas que tienen un Producto Interior Bruto (PIB) por habitante igual o superior al 90% de la media de los 27 países socios en los años 2008-2009-2010.
Aunque existe gran controversia acerca de si debe ser este el criterio que determine la recepción prioritaria de ayudas o si, por el contrario, deben encontrarse otros baremos que reflejen mejor la situación económico-social de las regiones, se trata de un punto de inicio sensato para comparar las distintas realidades de una Unión el día en que más de 500 millones de personas votan, por primera vez, a su presidente común -los escaños en el Europarlamento contarán por vez primera para elegir al líder político de la UE-.
Remontando la crisis y con tremendas desigualdades entre sus miembros -el poder adquisitivo medio de un sueco es tres veces superior al de un búlgaro, según los datos de Eurostat-, Europa tiene una clase media regional en la que podría encuadrarse a la Comunidad Valenciana y a otras demarcaciones «en las que nos miramos» como Provenza-Alpes-Costa Azul en Francia, «por su industria turística y densidad de población, pese a tener una renta un poco más alta», o Emilia-Romaña en Italia, «cuya industria del textil, el diseño y el automóvil es similar a la nuestra», como apunta el director general de Fondos y Proyectos Europeos de la Generalitat, Juan Viesca.
El experto en relaciones europeas de la Generalitat señala también similitudes económicas y sociales con la región de Lazio en Italia, las Midlands Occidentales inglesas -cuya población gira en torno a los ejes Birmingham y Coventry, de tamaño similar a Valencia y Alicante- y a la parte oeste de Suecia. Todas tienen, al menos según las cifras de 2011 que facilita Eurostat, un PIB per cápita superior al de los valencianos. «Nos gustaría parecernos y tratamos de colaborar con regiones como Amberes, Lombardía o Baden-Würtemberg, por su desarrollo y su importante enfoque en innovación», afirma Viesca, pero «también trabajamos con más de 200 administraciones subestatales de toda la UE».
Viesca cuenta que actualmente la Comunidad trata temas agrícolas con el länder alemán en desarrollo de Sajonia-Anhalt y que la autonomía es «una referencia en uso de fondos europeos para los nuevos socios del Este, que nos consultan cómo utilizarlos». Eso sí, la salvaje tasa de paro de la Comunidad sólo tiene comparación con las administraciones de Grecia.
