Luis Díaz Alperi, diputado del PP en las Cortes y a las puertas de que le señalen la vista para ser juzgado por tres supuestos delitos fiscales, rompió ayer su silencio después de meses y meses sin casi actividad pública por enfermedad: atribuyó la situación a una campaña contra su persona y, además, negó presiones para dimitir como diputado en las Cortes Valencianas a pesar de que está a punto de rebasar la «línea roja» contra la corrupción marcada por Alberto Fabra. Alperi es el único parlamentario de la bancada de imputados del PP en las Cortes que está encausado en dos procedimientos instruídos en el TSJ: el ya citado en el que se le atribuyen tres presuntos delitos fiscales y uno de cohecho por un fraude que podría llegar a los 680.000 euros; y el sumario en el que está imputado junto a Sonia Castedo, su sucesora en la alcaldía de Alicante, por el supuesto amaño del planeamiento urbanístico de la capital a favor del constructor Enrique Ortiz.

Durante el acto de homenaje al expresidente Adolfo Suárez, con el que Alperi coincidió en la UCD, el exprimer edil alicantino elogió la figura del que fuera titular del Gobierno y vinculó su dimisión en 1981 a las presiones internas en la formación centrista. Esa argumentación del diputado del PP sirvió para entrar en materia y que Alperi, una vez que Fabra ya ha advertido hasta en cinco ocasiones que será incompatible tener fecha de juicio y ocupar a la vez un escaño en las Cortes, se acabara manifestando sobre la posibilidad de abandonar el hemiciclo autonómico. El exalcalde de Alicante desvinculó por completo las dos cuestiones. «Yo no tengo ninguna presión. No tiene nada que ver. Suárez dimitió por las presiones de los militares y las disensiones internas... por su amor a España. Yo tengo un gran amor a España pero eso no tiene nada que ver con que yo dimita o no dimita», dijo el parlamentario del PP.

En ese punto, Luis Díaz Alperi intentó cortar de raíz las preguntas. «He venido a hablar de Suárez», espetó. «¿Y de su situación?», le insistieron en un interrogante que lanzó la periodista de la cadena Ser. El dirigente del PP, finalmente, se envolvió en la bandera de los mártires y se quejó de una campaña contra su persona que, de acuerdo a su versión, se remonta, incluso, a años antes de que llegara a la Alcaldía de Alicante en 1995. Y, además, desde luego, tampoco se mostró demasiado preocupado por sus problemas judiciales. «Llevo así 25 años. Llevan 25 años intentando difamarme,desprestigiarme, humillarme... Lo tengo muy superado», concluyó sin conceder más cuestiones.

Pero la postura de Alperi choca, desde luego, con la «línea roja» de Fabra, una trinchera de autodefensa del jefe del Consell que se amolda por completo a sus necesidades y acaba ahormada a la situación interna del PP. Pero, al menos en las Cortes y en los puestos de designación directa salvo algún caso puntual, el presidente Fabra la intenta aplicar. Prueba de esa presión, de hecho, es la renuncia al escaño tanto de Angélica Such como de Milagrosa Martínez, exconselleras de Turismo y pendientes de juicio por las adjudicaciones de los estands de Fitur a la trama Gürtel. Así que, en principio y de acuerdo a la tesis que apuntaron fuentes del PP, a Alperi se le reclamará el escaño justo en el momento en el que el magistrado del TSJ ponga fecha al juicio por el triple delito fiscal. Su capacidad de resistencia se tendrá que ver en ese momento. Y no habrá que esperar demasiado, si Alberto Fabra no afloja, para que el PP afronte así otro grave problema. Al tiempo.