José Císcar, líder provincial del PP y vicepresidente (por ahora) de la Generalitat, se tuvo que emplear a fondo para intentar frenar la escalada de tensión a cuenta del conflicto abierto sobre el futuro de Sonia Castedo como alcaldable popular en Alicante. Necesitado de calmar las aguas de un PP que pasa por su peor momento desde 1995 y con todo el aparataje institucional del Consell en la ciudad para celebrar la reunión semanal del Ejecutivo autonómico, Císcar trató de rebajar la polemica y aplazó a 2015 -meses antes de las elecciones autonómicas y municipales- la decisión sobre Castedo. «Ahora no toca hablar de candidatos. Los alcaldes deben estar centrados en lo que tienen que estar, en resolver los problemas de sus vecinos y en mejorar los municipios. Muy probablemente ya dentro del año 2015 será cuando se designarán a los candidatos», aseveró Císcar. Punto y seguido, por ahora, al conflicto. Hasta la próxima.

A falta de temas de gestión, los plenos del Consell son de mucho ruído y pocas nueces. Y, casi siempre, el ruído llega de la misma dirección: la corrupción y las tensiones internas del PP. Después de una semana de idas y venidas, a Císcar le interesaba aplazar la polémica sobre la alcaldesa de Alicante -imputada por tres graves delitos en la pieza de Brugal que investiga el supuesto amaño del planeamiento urbanístico de la capital-, ganar un margen de tiempo y evitar un mayor desgaste tanto de la propia Castedo como de la dirección provincial del PP, que había recibido algún «recado» del malestar que reina en Génova -especialmente en el entorno del vicesecretario de Organización, Carlos Floriano- por la «cobertura» a Sonia Castedo tanto en el reparto de poder de los congresos locales como sobre el futuro electoral de la primera edil.

De puertas hacia fuera y en Alicante, Císcar navegó para conciliar su posición, la de mayor prudencia que desea Madrid e, incluso, no agravar el pulso con Serafín Castellano, número dos de Alberto Fabra en el PP y uno de los impulsores de las maniobras para relevar a Castedo.

Mostró su confianza en que la situación de la alcaldesa se resuelva «cuanto antes y que se demuestre que no hay nada en todas las imputaciones». Císcar está convencido, de hecho, de que así será y de que a Castedo le dará tiempo de ser candidata del PP. Aplazó el debate de las listas hasta principio de 2015 para evitar polémicas en plena precampaña de las europeas, como piden desde Génova. E, incluso, restó importancia a la intervención de Castellano sobre la exclusión de los imputados de las listas. «Se refirió con carácter general a algo que ya ha dicho Fabra y yo mismo en reiteradas ocasiones», apuntó Císcar que, en todo caso, reconoció en el momento que se ataque la confección de listas será «cuando aquellas personas que puedan estar imputadas por supuestos delitos que tengan que ver con casos de corrupción no podrán estar en las listas». Pero eso, recalcó, en un año.

La pugna, por tanto, no se acaba. Sólo se aplaza. Con ese margen, todos ganan tiempo. Para entonces la situación judicial de Castedo, en un sentido u otro, será más clara. «Si no está imputada, será nuestra candidata; si en enero de 2015 lo está, no», subrayaron fuentes de la dirección regional. «Será una solución natural», remacharon. Por ahora, dentro de esta nueva estrategia, toca aparentar normalidad. Y así lo hicieron Alberto Fabra y Sonia Castedo durante un acto en la OAMI. No se separaron. Hubo buenos gestos, sonrisas y hasta cierta complicidad. A diferencia del mensaje de Facebook en el que, sin citar a nadie, Castedo ponía de vuelta y media a Serafín Castellano, la alcaldesa, a preguntas de los periodistas, despejó a córner la polémica: «No voy a entrar porque tengo tantos problemas que mi obligación es solucionarlos», manifestó. Por el escenario también se movía Carlos Mazón, al que ha sondeado Castellano como relevo de Castedo. Cosas que suceden en política en año preelectoral.