El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, evidenció ayer que el ascendente del actual secretario general de la Cámara de Comercio de Castellón, Carlos Fabra, sigue siendo muy potente. Tanto que el jefe del Consell, que lleva dos años tratando de hacer bandera de su mano dura contra la corrupción, propició ayer un encuentro con su mentor político para mostrarle su apoyo 48 horas antes de sentarse en el banquillo de los acusados. Carlos Fabra se enfrenta mañana miércoles al juicio abierto contra él por los presuntos delitos de cohecho continuado, tráfico de influencias y fraude fiscal. El caso, que se inició con la denuncia de su exsocio, el empresario Vicente Vilar, se ha demorado en los juzgados una década. Durante todo este tiempo y, a pesar de las imputaciones que pesaban contra él, el exbarón provincial mantuvo su control del partido y su influencia sobre los principales dirigentes castellonenses, incluido Alberto Fabra, que recaló en la alcadía de Castelló, de la mano de Carlos Fabra.

Con Francisco Camps al frente del PP de la Comunidad, el exjefe de la diputación de Castellón mantuvo sus cargos orgánicos e institucionales. El blindaje continuó en parte bajo mandato de Alberto Fabra, quien demoró al máximo aplicar a su mentor político sus líneas rojas contra la corrupción, consistente en apartar de la primera línea a los imputados que dependan directamente de su gestión. De hecho, hasta el pasado mes de marzo, Carlos Fabra mantuvo su cargo como presidente de Aerocás, la empresa pública que gestiona el aeropuerto «sin aviones» de Castellón.

Ahora bien, a diferencia de la actitud que ha mantenido con otros dirigentes del PP salpicados por casos de corrupción, el jefe del Consell nunca ha renegado públicamente de su padre político. No sólo no ha rehuido las fotos con Carlos Fabra, sino que incluso las ha favorecido. Ayer, la agenda institucional de Fabra incluyó un almuerzo homenaje a Salvador Martí Huguet, expresidente de la Cámara de Comercio de Castellón. La presencia de Carlos Fabra, actual secretario general de la entidad cameral, estaba cantada. Ambos coincidieron y se saludaron con cariño a la vista de periodistas y fotógrafos. La imagen causó desconcierto en algunos sectores del PP de la Comunidad que consideran que, gestos como el de ayer, rompen el discurso de Alberto Fabra contra la corrupción.

En declaraciones a los medios de comunicación, el presidente de la Generalitat indicó que afrontaba el juicio del exttiular de la diputación con «tranquilidad» porque Carlos Fabra «ya no ocupa ningún cargo orgánico en el partido, ni ninguno tampoco institucional». En este contexto le deseó «lo mejor a nivel de amistad» y que «le vayan bien las cosas». «A nivel personal sabe que tiene mi apoyo», añadió. «Nos conocemos desde hace mucho tiempo y desde luego es un proceso que lleva muchos años, diez, y que lo va vivir lógicamente con mucho sufrimiento y pesar; no es nada fácil estar en esa situación», manifestó.

El gesto del presidente hacia Carlos Fabra contrasta con la frialdad con la que el jefe del Consell acogió la noticia sobre la no imputación de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, por el caso Nóos. La decisión del TSJ-CV de no aceptar la causa sobre Urdangarín pilló a Fabra en pleno debate de Política General, pero el presidente evitó sacar el asunto en el hemiciclo. A Fabra le costó 24 horas pronunciarse sobre el tema, un silencio que ayer dio nuevos argumentos a quienes en el PP valenciano denuncian una doble vara de medir del presidente con los imputados.