El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, verbalizó ayer, durante un acto en Castellón, lo que apenas hace 48 horas antes la cúpula del PP admitía en privado: la marcha de Alicia de Miguel de su escaño en las Cortes poco antes de conocerse su imputación en el caso Gürtel era un ejemplo que ponía en un brete al resto de parlamentarios encausados en investigaciones por corrupción, entre ellos Sonia Castedo y Luis Díaz Alperi. Dicho y hecho, Fabra les enseñó la puerta de salida del hemiciclo autonómico aunque que, no obstante, admitió que es una decisión, como en el caso de la exconsellera, a tomar cada uno personalmente.«Alicia de Miguel ha dado una lección de cómo se tienen que comportar los políticos», elogió el también líder regional del PP, firme en una «línea roja» contra los imputados. Estrategia que rechaza cambiar a pesar de las presiones de los últimos días especialmente desde el entorno de Serafín Castellano, pendiente de la decisión del TSJ sobre el caso Taroncher para revisar las imputaciones «caso a caso» y fijar una vara de medir «a la carta».

Sin dudas sobre el tapete, el jefe del Consell admitió que los ocho parlamentarios imputados que ocupan escaño en la bancada del PP deben decidir en función de sus preferencias «el acta es personal», dijo pero, en todo caso, el planteamiento de Fabra fue muy meridiano. El mandatario del PP, reconocieron fuentes de la cúpula popular, no se puede permitir ni un desliz. Boton de muestra: la firmeza que, por ejemplo, está mostrando a la hora de oponerse a la moción de censura de Orihuela que pretende liderar la imputada y procesada Mónica Lorente.

A los ediles oriolanos, en alguna de las conversaciones que han mantenido a lo largo de las últimas horas con la cúpula provincial y regional, de hecho, se les ha puesto el ejemplo de la exconsellera. Sabe Fabra que se juega, en gran medida, sus opciones en los comicios del año 2015.

El titular del Consell reconoció que las imputaciones se han convertido en «un tema preocupante, lógicamente» aunque, volvió a insistir: «ayer Alicia de Miguel dio una lección de cómo se tienen que comportar los políticos». Según dijo se trata de una decisión «que ya tenía asumida y que, lógicamente, creo que le honra, después de una larga vida dedicada a la política y a los ciudadanos de la Comunidad ocupando distintas responsabilidades y que ahora lo que quiere es trabajar en lo suyo, pues ella es médico. Hace un paréntesis en su vida política», agregó. Preguntado por los políticos que «no han dado esa lección», Fabra respondió: «ahí no entro, pues es una decisión personal, ya que el acta de diputado es personal y, en ese sentido, depende de lo que quieran hacer las personas».

La maniobra de Alicia de Miguel pone especialmente contra las cuerdas a Serafín Castellano, pendiente de que el TSJ decida sobre una denuncia en la que se le acusa de adjudicaciones a la empresa de un amigo. En el caso de que le imputen, al número dos de Fabra en el PP no le quedará otra salida que tomar el mismo camino. Castellano, de hecho, intentó parar la renuncia de De Miguel. La «línea roja» del titular del Consell, en todo caso, está alimentando las tensiones internas. Cargos públicos veteranos y con muchos trienios creen que esa doctrina es demasiado férrea. Defienden que la «línea» ha de ser otra: el juicio oral y tal vez la sentencia. Esos dirigentes aseguran que, con este camino, Fabra mina al PP y da alas a la oposición. Por contra, los dirigentes más jóvenes y gran parte de las bases serían partidarios, incluso, de ir más allá para «limpiar» a la formación con vistas a la cita municipal y autonómica de 2015.