Las pretensiones de Alberto Fabra de expulsar a Rafael Blasco de manera fulminante del grupo parlamentario del PP en las Cortes chocan de lleno con el reglamento de la Cámara. Tal y como informó ayer este diario, el artículo 27.2 de esa normativa establece que "si la baja (de un diputado) fuera por expulsión del grupo parlemntario, habrá de acreditarse ante la Mesa de las Cortes que la decisión fue adoptada, al menos, por la mayoría absoluta de los miembros del mismo". Y eso, al menos hasta ahora, no ha ocurrido.

El párrafo parece claro. Sin embargo, el PPCV va a intentar "burlarlo". Según ha tenido constancia este diario, el síndic popular en las Cortes, Jorge Bellver, tiene previsto presentar esta misma semana (hoy o, a más tardar, mañana) un escrito ante la Mesa de la Cámara en el que solicitará la expulsión inmediata de su exportavoz. En ese documento no constarán nombres y apellidos de los parlamentarios del PP. Sólo se explicitará que está acreditada que la mayoría de diputados del PP están a favor de expulsar a Blasco. Al menos, esa es la idea que tiene hoy en mente la cúpula del partido.

Pero, ¿cómo se acredita algo así? Fuentes de las Cortes dan por hecho que el PP se verá obligado a convocar una reunión interna. Y en ella, se deberá votar. Si 28 de los 55 parlamentarios se muestran a favor de apartar a Blasco (la mayoría absoluta del grupo), éste lo abandonará y estrenará la bancada de los no adscritos. Los antecedentes dan la espalda a la estrategia que tiene pergeñada Fabra. En 2008, los diputados de Compromís se vieron obligados a presentar las firmas cuando expulsaron a Glòria Marcos. ¿Por qué? Porque la exlíder de EUPV impugnó la decisión. Ahora, nadie en el PP duda de que Blasco seguirá plantando batalla.

La maniobra que ultima la cúpula del PP tiene un fin claro: evitar exhibir, por enésima vez, las discrepancias internas de un grupo parlamentario con nueve imputados en casos de corrupción. Y eso de momento, porque el TSJ podría encausar en breve a Francisco Camps y Rita Barberá por su implicación en el caso Nóos.

A lo largo de los últimos meses, varios de los imputados se han quejado del trato que les está brindando tanto la dirección del grupo como del propio partido. Se han vivido dos broncas internas de calado y los gestos evidencian que a Fabra le "molestan" algunos de los dirigentes con causas pendientes con la Justicia. Ayer, sin ir más lejos, el vacío a Luis Díaz Alperi fue evidente durante su visita a las Hogueras.

El presidente, no obstante, es consciente de que en caso de que tuviese que celebrarse una votación interna para expulsar a Blasco, sobrepasaría, y con creces, los 28 votos a favor. "Decir que no sería cavarse la tumba política", resumía ayer un dirigente popular. Sin embargo, tratará de evitar ese paso. La decisión última estará en la Mesa, presidida por Juan Cotino. El partido, además, consultará hoy mismo la decisión con los letrados de la Cámara. Pero pase lo que pase, una cuestión parece clara. El PP, en general, y Alberto Fabra, muy en particular, no quieren que Blasco se siente este miércoles en la bancada popular con motivo del pleno. Los acontecimientos, por tanto, se precipitarán a partir de esta misma mañana.