El "poder valenciano" en Madrid ha quedado reducido a la mínima expresión. Ya casi no existe. Está, haciendo juego con la situación de las arcas de la Generalitat, quebrado. Borrado del mapa. Los conflictos del PP en la Comunidad, las investigaciones por corrupción y la crisis institucional del Consell -en bancarrota y necesitado de continuos "rescates" para sobrevivir- han limitado al máximo la capacidad de influencia del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, en las decisiones del Gobierno. El debate sobre la financiación autonómica, sin fecha para poner en marcha un nuevo modelo que acabe con la discriminación de la Comunidad; y la negociación del Tajo-Segura, que podría acabar elevando el listón de la reserva estratégica para condicionar aún más los desembalses a la provincia, vuelven a poner sobre el tapete las dificultades de Fabra para trasladar a La Moncloa los grandes problemas de la agenda política valenciana.

En menos de un lustro, el valor de las acciones de los populares de la Comunidad ha bajado del cielo al subsuelo. En junio de 2008, Francisco Camps sacó de Madrid el congreso nacional del PP -algo que no había ocurrido en dos décadas- y lo organizó Valencia. Era el báculo que sustentaba el liderazgo de Rajoy, entonces muy debilitado por las dos derrotas electorales frente a Zapatero y acosado por los sectores más duros del PP con Esperanza Aguirre a la cabeza. Fue la cumbre. Luego, todo cuesta abajo. Primero fue el caso Gürtel en febrero de 2009, al que siguió el estallido de la operación Brugal con el registro de la Diputación de Alicante, la situación de Carlos Fabra, la dimisión de Camps por los trajes, la llegada de Alberto Fabra y la investigación de otras tramas de corrupción como Cooperación o Nóos que afectan a dirigentes del PP. En paralelo, la crisis económica acentuaba el colapso financiero de la Generalitat, agrandaba el "boquete" de la deuda -situada ya en 30.000 millones, según el Banco de España- y afloraba las evidencias del descontrol en la gestión pública. Y, para terminarlo de arreglar, todo ese escenario ha ido poco a poco abriendo las grietas de un partido al que ya sólo le une una débil argamasa del inmenso poder que, pese a todo, todavía conserva.

De aquellos polvos vienen estos lodos. Antes de su caída, Camps llegó a ser el principal barón territorial del PP. Fabra es, por contra, un dirigente con las "manos atadas" cuya labor se somete cada quince días al examen de los "hombres de negro" de Montoro y al control total de Madrid. ¿La culpa? La necesidad de recibir continuas inyecciones de dinero desde el Estado para poder abrir las puertas de las consellerias. Treinta millones al día para rescatar a la Generalitat durante 2012. El que paga manda. Y además condiciona las palabras y los silencios. Fabra se ha quedado sin cabezas de puente que lleven la voz de la Comunidad a Madrid: no hay ni un ministro valenciano en el gobierno, ni un solo cargo del segundo escalón con cierto peso. Rajoy montó su "cinturón sanitario" para protegerse de un PP de la Comunidad carcomido a raíz de las investigaciones por corrupción que le mantiene en jaque de norte a sur.

Desde que Rajoy llegó a La Moncloa, la serie temporal, como apuntó un destacado dirigente muy preocupado por la situación del PPCV, se ha caracterizado por el vacío. ¿Botón de muestra? En año y medio de mandato, Mariano Rajoy sólo ha pisado una vez la Comunidad en noviembre de 2012 para pasar una mañana, tomar un café con Fabra y afearle en privado por el incumplimiento de los planes de ajuste. En otros tiempos, el propio Rajoy, necesitado de apoyos, hacía parada en Valencia con asiduidad. Sin dirigentes del PP de la Comunidad en las estructuras del gobierno y sin apenas interlocución con los puestos de mando de La Moncloa, los movimientos de Fabra -al que Mariano Rajoy sólo ha recibido en una ocasión- han topado, casi siempre, con la cruda realidad.

Los presupuestos de 2013, los primeros que Rajoy elaboraba para un ejercicio completo, fueron una decepción para el jefe del Consell. Reducían aún más la inversión en la Comunidad. La Generalitat impulsó enmiendas a las cuentas para lograr fondos adicionales por importe de 144 millones, de los que únicamente se aceptaron 900.000 euros. El líder regional del PP, sin ir más lejos, hizo una apuesta por la ejecución del Corredor Mediterráneo como una vía para disponer de infraestructuras que permitan ver la luz al fina del túnel de la crisis. Iniciativa que, sin embargo y hasta ahora, no se ha traducido en un respaldo claro del Gobierno, que duda con la alternativa del Corredor Central. Y el proyecto del AVE que llegará a la ciudad de Alicante, de cumplirse los plazos, para las Hogueras de San Juan, viene de la etapa socialista.

Tampoco ha liderado la Generalitat el debate sobre el futuro del Tajo-Segura, una infraestructura vital para el abastecimiento hídrico de la provincia. De momento, existe un riesgo claro de que los envíos de agua se queden en nada al incrementarse el listón de la reserva estratégica de Entrepeñas y Buendía, el punto de arranque del acueducto, hasta los 400 hm3, lo que supone que, en años secos, habrá hasta 60 hm3 menos para transferir. El Consell esgrime un memorándum como garantía de trasvase que, sin embargo, María Dolores de Cospedal -presidenta de Castilla-La Mancha, número dos del PP y con mando en plaza en Madrid- considera, como apuntó este mismo viernes, que "no debe preocupar a nadie" porque se trata de un simple estudio sobre el aprovechamiento de los ríos sin valor legal. "Lo importante -subrayó- es el plan de cuenca del Tajo, en el que sí aparece la reserva estratégica".

La reivindicación de la financiación autonómica con un reparto que discrimina al Consell en 1.000 millones anuales, hasta ahora, se ha quedado en nada. Después de haber votado dos veces en contra de iniciativas en el Congreso para mejorar la distribución, esta misma semana, Fabra evitaba la reivindicación durante la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP para no importunar a Rajoy y se limitaba a verbalizar su posición ante los micrófonos de los periodistas. Pese a la petición del Consell para acelerar la negociación y poner en marcha el modelo en 2014, ni Rajoy ni Montoro han fijado fecha para el cambio. Cargos del PP en la Comunidad se quejan de que Fabra debería dar un paso adelante -Alicia Sánchez Camacho, líder popular en Cataluña, se ha comprometido a romper la disciplina de voto en Madrid para mejorar los fondos de su autonomía- e intentar ejercer un liderazgo más claro frente al Gobierno aún a sabiendas de que la situación de las arcas del Consell condiciona al máximo los movimientos. Con todo, el drama para Fabra es que Rajoy, cuando habla de cambiar la financiación, no piensa en mejorar la situación de la Comunidad, fiel granero de votos del PP durante dos décadas, sino en intentar aplacar por todos los medios el desafío soberanista catalán.

Otro foco de tensión con la rebelión de los alcaldes

A Alberto Fabra se le avecina, además, un nuevo foco de tensión en el ámbito municipal. Entre numerosos alcaldes se ha extendido el descontento por la gestión de la Generalitat y, especialmente, por los impagos que están afectando a las cuentas de los consistorios. El jefe del Consell sabe que necesita apagar ese fuego -la convención municipalista del PP se ha aplazado sin fecha- para sortear conflictos y una posibilidad pasaría por ampliar el nuevo plan de pago a proveedores con el objetivo de saldar también deudas locales. P. r. f.