La Fábrica de camisas Triangle estaba situada en el corazón de Manhattan, en el interior del Edificio ASCH. Las condiciones de trabajo en la fábrica se caracterizaban por ser insalubres y peligrosas, algo que era seña de identidad de talleres clandestinos.

En 1911 las costureras de la Triangle Shirtwaist Factory (Fábrica de camisas Triangle) llevaron a cabo una pequeña huelga de protesta en contra de la empresa por sus penosas condiciones laborales y por los bajos salarios, pero sin mucho éxito.

Pocos meses después de las reivindicaciones, el sábado 25 de marzo de 1911, las empleadas de la fábrica de camisas de mujer más grande de la ciudad de Nueva York, The Triangle Shirtwaist Factory, estaban a punto de terminar su abusiva jornada laboral que cumplían en precarias condiciones laborales.

Todas eran chicas jóvenes de entre 13 y 23 años, recién inmigradas de la Europa del Este y de Italia, judías y católicas que aún no dominaban el inglés.

En el noveno piso trabajaban 240 mujeres en condiciones infrahumanas, hacinadas y con una única puerta de salida cerrada con llave, cuando se originó el incendio.

146 mujeres murieron en uno de los peores incendios registrados en la historia de la ciudad de Nueva York. Sus ciudadanos recuerdan el incendio como la mayor tragedia vivida en la ciudad junto con los atentados del 11-s.

Las semanas siguientes al incendio la ciudad estuvo de duelo y supuso un revulsivo para sus habitantes que se rebelaron ante la injusticia. Convocaron reuniones de protesta en iglesias, sinagogas, en las calles...

El pueblo exigió la mejora de las condiciones laborales en estos talleres.

La desgracia levantó una ola de protestas de trabajadores y civiles en todo el mundo en contra de la explotación de las trabajadoras.

Se organizaron marchas de protesta exigiendo el fin de las horribles condiciones de trabajo existentes y responsabilización de los patrones de la Fábrica Triángulo.

En el juicio contra los patrones de la fábrica se les declaró inocentes.

Las uniones sindicales de todo el mundo pidieron que se proclamara un Día Internacional de la Mujer en recuerdo del sacrificio de estas trabajadoras.

Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

La Organización de las Naciones Unidas en 1975 proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Las mujeres y hombres de hoy debemos no solo recordar a las mujeres fallecidas en aquella fábrica hace 100 años, sino renovar con ánimo nuestras luchas de hoy por la justicia, la equidad de género en los salarios y liderazgos que constituyen derechos humanos básicos para todos.