Tras estar presente en muchas manifestaciones concentraciones, etc, todas ellas impulsadas por movimientos ciudadanos, partidos politicos, sindicatos que, en distintas épocas he entendido susceptibles de ser apoyadas por los valores que en la misma se reclamaban, el pasado 8 de febrero me sentí especialmente orgulloso de estar, participar en impulsar el apoyo a lo que considero ha sido la más emotiva de todas las movilizaciones en la que he estado presente, y sin duda alguna, la más importante celebrada en la historia de Torrevieja.

Desde que mi abuelo, por razones de represalias políticas se exilió "voluntariamente" de la tierra en donde vivía, mi familia ha estado vinculada al devenir histórico de este pueblo. Nadie con más de una generación de torrevejenses puede ser ajeno a lo que las Salinas de Torrevieja y su entorno ha supuesto para este pueblo. Recuerdos de la infancia me retrotraen a una Torrevieja en la que los símbolos de identidad estaban arraigados entre los ciudadanos, como pequeño pueblos que éramos, y entre ellos destacaba, no sólo como actividad económica, sino como motivo de orgullo, nuestras salinas. Cuando los chiquillos de este pueblo, desconocido por aquel entonces a nivel nacional, abríamos las páginas de lo que por aquel entonces se llamaban Ciencias Sociales y aparecían las fotos de las Salinas de Torevieja junto con las de San Fernando en Cádiz como las más importantes de España nos sentíamos por una parte orgullosos de nuestra tierra, y por otra cargados de argumentos para cuando llegara el verano y los "forasteros" (que venían a darnos de comer); presumieran de la importancia de sus pueblos o ciudades, sacáramos a colación las salinas como estandarte de nuestro pueblos. Blanca de sal y morena de soles, empezamos a identificarnos.

Años pasaron y muchos nos lamentamos, con independencia de cuáles fueron las causas y quiénes los causantes, de la pérdida de identidad de este pueblo, hoy ciudad; años pasaron en los que Torrevieja empezó a repoblarse de forma desmesurada por ciudadanos de otras latitudes (bienvenidos sean, por supuesto);, que si bien dio lugar a un importante enriquecimiento de la ciudad, tanto desde el punto de vista económico como social, por la aportación de culturas distintas, supuso una disgregación de lo que han sido y deben ser los puntos de referencia sociales de cualquier ciudad. Basta con analizar la participación en las últimas elecciones municipales, la más baja de la Comunidad Valenciana, para que en muchos, sinceramente, despertara el desánimo sobre la evolución, y fundamentalmente el futuro, desde el punto de vista de cohesión social de nuestra ciudad.

La huelga de los salineros, de nuestros vecinos, de nuestros compañeros, ha servido de catalizador de la historia de un pueblo. La actuación llevada a cabo por el bueno de Serna y del resto de sus compañeros, la identificación llevada a cabo por todo el pueblo con ellos, ha creados el milagroso efecto de que todas las fuerzas políticas representadas en la Corporación Municipal, en definitiva los representantes del pueblo, el comercio, la industria, los ciudadanos de a pie, la totalidad de la población, se sintiera tocada en lo más íntimo, en esas bases de cohesión social, que si bien dormidas, no estaban muertas y se pusieron en marcha, para con un sentimiento de solidaridad y de unanimidad nunca conseguidos, se pusieran al lado de los suyos poniendo cada uno nuestro grano de arena para ayudar a solventar un conflicto en el que ningún torrevejense ha de sentirse ajeno.

Ángel Giménez es portavoz municipal del PSOE en Torrevieja.