El director de éste, mi periódico, me ha chafado el artículo de esta semana. ¿Cómo se puede acertar con tanta verdad en los adjetivos a los nombres de las listas del PP en Alacant? Que se puede decir de otra manera, pero las verdades del barquero las ha soplado nuestro dire con gracia, sorna y veritat.

Ahora, ¿qué hago yo? ¿Empiezo a rajar uno por uno los nombres? ¿Digo lo que creo que está pensando todo el mundo pero nadie dice porque el poder es el poder? ¿Empiezo a cabrearme por semejante nivel bajo mínimos de nuestros futuros representantes? Mi compañero Miguel Ors dice que con cada artículo que me retrato me salen de 3.000 a 3.500 enemigos. Ahí van tres mil más para la colección.

Me tiré varios años haciendo trizas las políticas del PSOE que suponían corrupción, falta de democracia interna y niveles prehistóricos de personas. No puedo traicionarme al no aprovechar la ocasión que me brindan los nombres de las listas que el PP nos brinda para Madrid. No voy a nominar. Para qué. Si da lo mismo. Si se eligen en una mesa camilla. Esta vez de unos cuantos. Ahí se reparten los puestos como el que se reparte el pastel en un oligopolio. Da lo mismo que algunos no sean de aquí. Qué pueblo más sufriente que se la repantinfla si al frente pones a un tío de Murcia o a uno de Villaconejos para representarnos. Qué pueblo más silente si pones a gente sin el bachiller superior. Qué pueblo más silente si en cuatro años un diputado ha intervenido menos que Bush en el Parlamento cubano y lo pones de nuevo.

Pero es más duro. Se trata de colocar a los amiguetes. Se trata de colocar a los familiares. Ese nepotismo tan asquerosamente latino: Felipe González y diputada Ana Romero, Aznar y concejala Botella, Kirchner al cuadrado, Barcelós varios, Fabras cientos. Pero ¿cuándo se levanta alguien en un Congreso del PP y les canta las cuarenta? No pasará. Todo se libra en bambalinas. Se trata de consolidar a las familias. No a las familias ideológicas, sino a las familias de sangre. Donde se una el árbol genealógico, olvídate del partido. Una democracia asquerosamente pulcra en las formas pero podrida en el interior, sin democracia interna en los partidos, es un caldo de cultivo para populismo peligrosos.

Pero no pasará el que alguien proteste. Están esperando colocarse. Si se portan bien con el jefe, si se arriman a buen árbol, si se casan con el apellido correcto, la mitad de las alforjas estarán llenas. Tienes billete a Madrid. Y no pasará porque los estatutos de los partidos políticos, especialmente los del PP, hacen que las decisiones se tomen en una mesa, por teléfono, o en una cafetería. ¿Qué esperaba Gallardón? Si él entró por el mismo procedimiento. Que no sea hipócrita. A él no le ha votado nadie en el partido. Ahora dirá lo que diga, pero lo han colocado a deditis, siempre. Los votos no son suyos. Es más, si se presentase en una elección asamblearia los del PP no lo votaban. Se lo aseguro. Su carisma en el partido es nulo.

Nada va a cambiar por el momento. Nadie se levantará en una reunión a decir basta ya de enchufismo, nepotismo y oligopolio. Pero no pasará. La franquicia del PP funciona ya como la maquinaria de una perfecta organización cerrada. Cuasi masónica. Sin democracia interna en los partidos nada me interesa. Si no puedo escuchar ideas, si no puedo ver la cara de los candidatos y decirles a la cara que son muy malos y que Alicante necesita otro tipo de genteÉ no me interesa.

Pero yo no estoy en el partido. Ni se me espera. Ni se nos espera a miles de alicantinos que, tapándonos la nariz, votaremos a una lista bastante infumable, para que Rajoy sea presidente. ¡Lo que hay que hacer para ejercer el derecho democrático! Ojalá nos ofreciesen la posibilidad de votar a los candidatos. Ojalá eligiésemos al presidente directamente sin tener que votar a un murciano en Alicante para que vote a un gallego en Madrid. Ojalá que me levante mañana y tenga la sensación de que me he equivocado en el análisis. No me he equivocado. Porque todos esos ojalás son deseos. Nada cambiará en una provincia con personas más preparadas que los propuestos. Nada cambiará porque los que están en el machito no los sacas ni con agua caliente. Nada cambiará porque ellos son los listos de las listas del PP, que ellos controlan. Quien controla el partido, pone y quita. Da lo mismo quien pongas y en el puesto que vaya. Es Zapatero versus Rajoy. Por eso, los ciudadanos, no recuerdan a un solo parlamentario después de cuatro años. Son más listos que nosotros. Ignorados y no reconocidos por el populacho, no se queman. Mientras, acurrucados en el establishment, son los listos que cualquier padre quisiera tener. Denme un apellido de esos para colocarme. ¡Qué triste!

Francisco Sánchez es director del centro de Elche de la Universidad CEU Cardenal Herrera.