Fue aparecer la fotografía del tránsfuga Juan Collado en la coveta del Pare Pere y obrar el milagro. El milagro no es que el edil de Dénia haya vuelto al redil socialista, ni que, definitivamente, haya forzado la moción de censura (con permiso siempre de un dubitativo PP);. El milagro es que se confesó agnóstico. Toda una declaración de principios. Es como decir que ni chicha ni limoná, que ni cree ni deja de creer. El agnosticismo, en ese enfrentamiento que Collado mantiene con el pacto de gobierno de PSPV y Bloc, se traduce en seguir haciéndole la gestión imposible a la alcaldesa Paqui Viciano, pero sin llegar, por ahora, a la moción de censura. Es aquello del perro del hortelano. Eso sí, a menudo bajo la piel del agnóstico se esconde un apostata que, en política, es algo así como un tránsfuga convencido, finalmente, de que lo es.

Si al narco Franki le llega a la cárcel la noticia de que su búnker de Pedreguer será, a partir de ahora, centro comarcal para discapacitados, seguro que esboza una media sonrisa. ¡Menuda paradoja! Ese laberinto de habitaciones y estancias secretas, esa suerte de castillo moderno en el que se escondía el narco prófugo de la justicia, debe ahora convertirse en una casa accesible, diáfana, donde las personas discapacitadas no encuentren trampas ni barreras.

No entiendo tanta saña con el puente de Beniarbeig. La riada derribó con estrépito (sobre todo mediático); uno de sus tramos. Pero parte del puente centenario quedó en pie e incluso mostraba con arrogancia el muñón herido por la catástrofe. Ahora todos se han empeñado en demoler a conciencia el tramo de puente que la descomunal fuerza del agua no se pudo llevar por delante. Tan implacable castigo también se podía haber tomado con algún que otro político que tampoco dio la talla el día de la riada. Al concejal Lorenzo Simarro, de Els Poblets, le retiraron algunas competencias, y punto. En otros pueblos, los planes de emergencia también fueron un desastre. Y tan simbólica o más que la imagen del puente fue la de las torres de apartamentos de Calp con el agua hasta los tobillos. De ahí que se pueda interpretar que con el contumaz derribo del puente se busque la desmemoria, intentar borrar que no sólo fue este símbolo de Beniarbeig el que no resistió.