Todos los que de alguna manera seguimos la problemática del cambio climático, nos quedamos estupefactos cuando a finales del consumido año 2007, Mariano Rajoy salió defendiendo en una extraña referencia a unas explicaciones de su primo, que el cambio climático carecía de la importancia que le estaban atribuyendo los principales analistas y medios de comunicación internacionales. A mí personalmente no me impactaron tanto las teorías del primo de Rajoy, como el arrojo del líder del PP, para decir justamente lo contrario que Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos, quien poco después recibiría el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación y el Nobel de la Paz por su persistente tarea en la denuncia de este fenómeno (desmentir a un Premio Nobel no es algo que uno haga todos los días);.

Sea como fuere y dejando aparte al primo de Rajoy, lo cierto es que el calentamiento es un verdad que se constata año tras año, y que ya ni siquiera los llamados "escépticos" se atreven a rebatir. Como señala Al Gore en "Una verdad incómoda" (¿quizás lo sea para Rajoy?);, la temperatura global de los océanos (quienes absorben el calor del resto del planeta); ascienda anualmente.

En 2005, el año de la Catástrofe del "Katrina" en Estados Unidos, se batieron todos los récords. Y la tendencia parece invariable puesto que la acumulación de Co2 no se reduce debido a la escasa voluntad de algunos países muy industrializados.

Sin embargo, a Rajoy toda esta catarata de datos no parece preocuparle, y se ha volcado en el inicio de la campaña electoral en cosas más prosaicas como la economía. Quizás Rajoy piense que la economía y su posible crisis, que algunos más prudentes optan por calificar como recesión, no tiene nada que ver con el cambio climático.

Pues no, el pasado 11 de enero, la doctora Mercedes Pardo, presidenta del Comité de Estudios sobre Cambio Ambiental, estuvo en la universidad de Alicante y señaló los efectos sociales y económicos que este fenómeno podría tener. Entre ellos, "la disminución de la productividad de los suelos y de los océanos", con el efecto negativo consiguiente para la productividad de alimentos, las enfermedades infecciosas aumentarían entre la población. Las consecuencias también serían negativas para el desarrollo económico de las ciudades de las zonas costeras (Alicante por ejemplo, que está al nivel del mar);.

Más recientemente, Manuel Vargas, presidente del Instituto Oceanográfico Español, ha defendido en un estudio que para 2050 el nivel del Mediterráneo puede haber subido medio metro. El Delta del Ebro o la Manga del Mar menor quedarían anegadasÉ ¿Qué pasaría con las playas de Alicante? ¿De qué vivirían las ciudades costeras turísticas?

Quizás para algunos líderes conservadores como Rajoy no sea importante este fenómeno, pero sí lo es para los intereses del conjunto de los ciudadanos españoles. Por ello, España debe contribuir a reducir las desproporciones de la producción, por ejemplo, con alguna ecotasa sobre las industrias que produzcan cantidades excesivas de Co2, o animando a otras naciones a sumarse al protocolo de Kyoto. De momento me parece muy positiva la iniciativa del Ministerio de Medio Ambiente de distribuir la película "Una verdad incómoda" en los colegios.

2007 fue el año en que los datos de una realidad incontestable, el cambio climático, se pusieron sobre la mesa. Gore, esperanzado por la buena disposición del Gobierno de Zapatero dijo que "España podría ser líder de Europa en la lucha contra el cambio climático", seguramente así sea y así debe serlo para 2008.

César Sampedro Sánchez es licenciado en Historia por la Universidad de Alicante.