Hay muchos modos de insultar a alguien. "Acordarse" de su madre o de su padre, por ejemplo, con cinco palabras malsonantes que todos imaginamos. Y si la aludida es la madre, aún se puede "mejorar" el insulto con una palabra malsonante más. Es un insulto grave porque no nos denigra a nosotros, sino a aquellos a los que nosotros respetamos. Pero hay un insulto aún peor, tal vez el peor: "Tus muertos". Ellos no pueden defenderse, ellos son nuestra historia, nuestra base, los cimientos de esa casa que somos nosotros, son lo que hemos enterrado y a lo que exigimos respeto. "Me ... en tus muertos".

Este insulto se multiplica y se hace aún más grave si nuestros antepasados fueron muertos de forma injusta y arbitraria y no por muerte natural, y nadie ha reparado esa injusticia. Es el caso de las víctimas del terrorismo. Por eso los homenajeamos y los respetamos. Y por eso castigamos y despreciamos a los culpables, encubridores, cómplices, etcétera.

Estos días se está celebrando en Madrid un congreso internacional de víctimas del terrorismo. Mis respetos hacia ellos y sus familias. Para todos. Porque observo que no todas las asociaciones de nuestro país están ahí: sólo 5 de las 13 legalmente inscritas en España están presentes. Me duele esta división, a la que últimamente ya estamos acostumbrados. Y no sé quiénes son los responsables (evito la palabra "culpables");, si los que están o los que no, o ninguno de ellos. Sí, seguro que hay muchas otras cosas que separan a sus familiares vivos, pero allí están como víctimas del terrorismo. Y ese es el denominador común que los une y define.

Y recuerdo cuando se organizaban manifestaciones con alguna asociación de víctimas del terrorismo mientras algunas "señorías" en el Congreso (y muchos manifestantes en la calle, ver en YouTube y Google);, le decían al presidente del Gobierno "¡Vete con tu abuelo!", refiriéndose al abuelo militar fusilado por ser fiel a su gobierno, que perdió la guerra. Sí: tus muertos. En tus muertos. Y los míos ni los toques, claro: los míos son sagrados. Mis víctimas son sagradas, las tuyas, no, claro.

Y se apoyaba a unas asociaciones mientras que se les decía a los miembros y representantes de otras que se fueran adonde ustedes ya saben con sus muertos de "eso mismo".

Los muertos como insulto máximo, como expresión suprema del odio. La última victoria del asesino terrorista, victoria conseguida aún después de muertos sus asesinados, el triunfo definitivo del terrorismo: Compañeros políticos e incluso familiares y amigos de algunas de sus víctimas insultando a los muertos de otros familiares víctimas del terrorismo.

En tus muertos. El Cid, dicen, ganó una batalla después de muerto. Estos nuevos Cid hacen que sus muertos, nuestros muertos, todos, sigan perdiendo batallas aún después de muertos. Batallas contra el terrorismo.

Porque hablamos de eso ¿no? De acabar con el terrorismo. No de utilizar a los muertos como monedas de cambio para cambalaches de poder, ¿no?

Que el terrorismo que los asesinó no nos convierta al final en sus cómplices.

Adolfo Celdrán es profesor de la UA.