T odas las manifestaciones convocadas por la AVT de Alcaraz han tenido la presencia de Rajoy para arremeter contra el Ejecutivo gratuitamente y con fines partidistas. A la convocatoria de hoy no acudirá el líder de la oposición, quien suspende en las encuestas y se sitúa en el quinto puesto, detrás de Llamazares. Ahora no le interesa, de cara a las elecciones de marzo, y por eso aleja su presencia física del tal Alcaraz y de todo el aroma de la ultraderecha, que sí estará presente, claro. El candidato de los populares a la presidencia del Gobierno ha venido sirviéndose de los sectores radicales, de los que intelectualmente forma parte, con el único fin de torpedear a Zapatero . La operación de cosmética y propagandística del PP para ofrecernos una imagen moderada, dentro de lo que cabe, sigue su curso, pese a que la cúpula popular apoya la marcha sabatina. Hasta la extrema derecha reconoce que los populares utilizan a las víctimas del terrorismo como instrumento político. Así que Alcaraz cree que la manifestación de este sábado quiere «despertar la memoria» de la política antiterrorista de ZP. Oportunismos o electoralismos aparte, están en su derecho a la hora de defender, dicen, la dignidad y la justicia. España no se rompe y no existen complicidades entre Zapatero y ETA, por lo que a la vista queda la habitual manipulación e intoxicación de Oreja , Acebes , Zaplana y compañía. El auténtico problema de los espíritus totalitarios es que no soportan que haya un Gobierno que les cuele goles por la izquierda. Creen haber nacido para mandar, no para gobernar, y no digieren que sean otros los que lleven la batuta con eficacia y progresismo. Hemos visto menos acciones de ETA que nunca en una legislatura, pero esta gente continúa con el disco rayado hasta la saciedad. El terrorismo es el pretexto. Sólo buscan el acoso y derribo de un ZP legitimado por las urnas. Por mucho que Rajoy quiera escaquearse del desfile de este cavernario presidente de la AVT y de los neofascistas que revolotean alrededor de Alcaraz, el aliento de los populares, de la jerarquía de la Iglesia y de la propaganda mediática nutre esta clase de manifestaciones esperpénticas. Los números circenses de estos personajes vuelven a la calzada.