El alcalde de Torrevieja, Pedro Ángel Hernández Mateo, es zorro viejo y sabe que hay guerras en las que es mejor no meterse y charcos en los que lo apropiado es dar, si se puede, un rodeo para evitar salpicaduras. Y ayer, ciertamente, era de esos días en los que las balas y las palabras podían ir cargadas y el agua saber a demonios. Pero si, además, como sucediera en su caso, puede uno presentar un certificado médico que le exima del mal trago de reconocer que las cuentas del pailebote Pascual Flores han abierto una vía de agua en las finanzas municipales y que en algunas permutas y recalificaciones el asunto apunta a cuerno quemado, según lo reconoce en un informe oficial la propia Sindicatura de Cuentas de la Generalitat Valenciana, pues ya tenemos al alcalde guardando reposo y a Domingo Soler Torregrosa, primer teniente

Un alcalde tiene (faltaría más); todo el derecho a estar enfermo, eso no se discute, pero de lo que ya dudamos es de que el cargo le dé patente de corso para mentir. Eso, creía uno, tampoco estaba en discusión. Y Hernández Mateo ha hecho lo primero, pero también lo segundo. Y lo ha hecho al asegurar días atrás que la réplica (para él será siempre una restauración, ¡qué le vamos a hacer!); del Pascual Flores le iba a salir al Consistorio por unos 3,5 millones de euros cuando el Ayuntamiento que él dirige ya había firmado en esa fecha disponibilidad de pago para, al menos, 4,5 millones. Y eso, tiene un nombre que entra en el segundo apartado. Pero siendo esto (lo de mentir); grave en un alcalde y en un cargo público, tampoco apunta mal todo el entramado y el convenio-permuta urbanístico que ha permitido que la ampliación del Palacio de Justicia esté hoy bajo los focos de la sospecha y de la corruptela. De esto último sabemos menos que del pailebote, pero el problema que se nos crea es que cuando el alcalde se recupere y se ponga a dar explicaciones del asunto nos acordaremos del Pascual Flores. Y de su peculiar forma de hacer las cuentas. o