B ernicola estuvo al frente de la parcela cultural de esta ciudad durante una buena temporada. Todos pensábamos entonces que Lassa y sus muchachos componían la máxima expresión flamenca que su partido podía ofrecernos por estos lares pero con el tiempo hemos ido dándonos cuenta de que andábamos completamente equivocados. Lo que ha desfilado a continuación, tanto en el Gobierno como en la oposición, ha sido cante jondo pero del bueno y, por lo que se barrunta, es posible que la formación aún no haya alcanzado la expresión más profunda del mismo. Mientras tanto, Berni se rearma de moral mirando atrás. Acaba de inaugurar un curso, que se desarrolla durante esta quincena en la Uni, en el que se propone analizar la canción protesta. No busquen segundas lecturas. La única razón estriba en que el profesor José Antonio Martínez Bernicola es un estudioso de su tiempo, amén de un romántico. Es cierto que la última peripecia sufrida en su partido lo pilló reformándose la cocina, algún cuarto y haciendo frente al follón y a las facturas de manera simultánea, pero el curso estaba plani-ficado con antelación. Autores con letanías de esa época clave se encuentran aún presentes en muchos de nosotros y no digamos ya en la gestora que comanda al pesepevé en la actualidad. Ángel Luna , uno de los que tenía toda la pinta de haberse retirado de los escenarios para los restos, ha adquirido tal protagonismo que cualquiera sabe. Hasta el punto de que si lo invita Bernicola a que recupere el espíritu aquel ante los interesados, lanzado como está, coge la guitarra y se atreve con lo que le pidan. Más aún después de haber tocado en estos años diferentes palos. El caso es que, ya sea por una canción o por otra, no hay forma de que salgan de la transición.