El PP ha dejado escapar dos ocasiones de oro para no hacer el ridículo en Alicante o, mejor, para no alimentar la sospecha de que la opinión pública le importa un rábano. Por un lado, en el ámbito municipal aunque con derivaciones institucionales que hacen el caso más llamativo, la Concejalía de Urbanismo contestaba a la Síndica de Greuges que el Consell tenía la intención de regenerar la ladera del Benacantil mediante la plantación de especies forestales. Pues bien, del plan de marras la Generalitat no tiene repajolera idea, como hace constar en otra respuesta a la defensora del pueblo. Además, en el apartado parlamentario, sección deportes, los populares también han hecho sus pinitos para cubrirse de gloria. Según denuncia del grupo socialista local, que hasta el momento de escribir estas líneas no había sido anulada con la fuerza de las pruebas, la diputada aborigen Macarena Montesinos habría preguntado al Gobierno cuál era el monto de las ayudas a la Volvo Ocean Rice, esa prueba náutica que, al decir de quienes saben de esto, nos va a colocar en el mapa de la vela para no ser menos que Valencia y su exitosa Copa del América. Pero, mira por dónde, resulta que el Consistorio regido por el intrépido navegante Alperi no ha solicitado a las arcas del Reino ni un maravedí para el evento. Con lo cual difícilmente podría haber ejercido el Ejecutivo su derecho a ejecutar por vía presupuestaria el refrán que reza que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Vamos, que la ciencia infusa no es el fuerte de los socialistas. Sin embargo, sus oponentes parecen empeñados en demostrar que un grano no hace granero pero ayuda al compañero, máxime ahora que estamos en puertas de comenzar la agonía de otra campaña electoral, aunque para ello haya que arriesgar crédito y exponer rostro. Desparpajo, se llama este ejercicio de contorsionismo político.