S e llama OPA hostil cuando la empresa que hace la oferta pública de adquisición de acciones no ha pactado con el consejo de administración de la empresa que se pretende comprar. La ley obliga a que los consejeros sean imparciales durante el desarrollo de la OPA, pues lo que debe primar es el derecho de los accionistas; pero claro, es difícil cumplir esa neutralidad cuando saben que si triunfa la OPA la mayoría de ellos irán a la calle.

Hace dos años la acciones de Endesa, la primera empresa de energía eléctrica, se cotizaban a 15 euros, pero aquel verano tuvo graves problemas de corte de electricidad tanto en Canarias como en Andalucía, pues muchas de las inversiones que tenía que realizar en España se realizaron en Hispano-América, por lo que sus acciones bajaron a 14 euros. La cotización no respondía a la realidad económica de una empresa muy consolidada, por lo que empezaron las especulaciones sobre una posible OPA, ante estos rumores y lo rentable de sus inversiones las acciones empezaron subir, cuando en septiembre de ese mismo año se produjo la OPA de Gas Natural

El presidente de Endesa, Manuel Pizarro, cofundador de la fundación Faes, cuyo presidente es José María Aznar, rechazó la oferta desde el primer momento por «hostil e insuficiente» y se dispuso al contraataque. En primer lugar, se emplearon los hilos políticos. Caja Madrid tiene un fuerte paquete de acciones de Endesa, y la Caixa catalana lo tiene de Gas Natural. Empezó Esperanza Aguirre cuando dijo recibir la operación como una «mala noticia» para Madrid porque la sede de una de las «grandes empresas españolas se trasladaba fuera del territorio nacional (Cataluña);» e incluso expedientó a Gas Natural por «traspasar activos sin autorización». Le siguieron los medios mediáticos afines al PP y sus propios dirigentes: «El tripartito está detrás de la operación», pues la Caixa condonó a Montilla una deuda de 6 millones de euros.

En el aspecto económico, el consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, anunció que la compañía repartiría en dividendos 7.000 millones de euros en cinco años, lo que influyó en la cotización de acciones que enseguida rebasaron la oferta de 22 euros de la OPA de la gasista. Después de mucha intervenciones de la Comisión Nacional de Valores, del Consejo de Energía, y actuación de los tribunales, por fin Pizarro busca y encuentra a su caballo blanco el coloso alemán E.ON quien hace una OPA amiga de 29 euros acción.

A Esperanza Aguirre le pareció mejor que «su empresa madrileña» se la llevaran los alemanes antes que los catalanes -ley de marcado-; y Aznar puso la guinda patriótica: espero -dijo- que España no caiga en el «nacionalismo económico cateto», y que las OPAS se resuelvan con criterios de competencia y no de nacionalidad. Añadió: quien defiende que Endesa se quede en manos españolas «debería estar dispuesto a cerrar todas las fábricas de automóviles que operan en España». Las condiciones que impuso el gobierno español a la alemana E.ON por interés nacional y de seguridad pública, fueron vetadas por las autoridades comunitarias, con gran alborozo de la derecha. Y, claro, como las grandes empresas están por la competencia y el libre mercado (eso no se lo cree nadie);, pero lo que más quieren es sacar las mejores tajadas, terminaron por ponerse de acuerdo la alemana E.ON, la constructora española Acciona y la italiana Enel para repartirse a Endesa.

Iniciada por el PSOE y culminada por el PP en España se ha hecho una incalificable privatización del sector estratégico de la energía. Si desafortunada fue la del monopolio de CAMPSA (se hizo por la libre competencia y las distribuidoras de gasolina -oligopolios- se ponen de acuerdo para subirnos los precios y obligándonos al autoservicio -una verdadera calamidad);, la privatización de las eléctricas clama al cielo.

Criterios de competencia, dice Aznar, ¡pues que nos devuelvan a los españoles los mil millones de antiguas pesetas que el Estado regaló a las eléctricas cuando se privatizó el sector! Comparar una factoría de automóviles con la primera empresa española suministradora de energía eléctrica -por su importancia económica y las consecuencias sociales de su buen o mal funcionamiento-, o es ignorancia o es mala fe. Parece evidente que nos interesa tener empresas estratégicas como las de energía en manos de grupos españoles, que siempre garantizarían en mayor medida el buen servicio y la política de empleo, mejor que dejar este sector en manos de compañías extranjeras, muy indiferentes a las necesidades de inversión en áreas poco rentables, olvidando la naturaleza de servicio público.

Y así está regulado en toda Europa, salvo Reino Unido. Resulta que la primera y casi única empresa eléctrica francesa EDF es estatal, la italiana Enel la mayoría de su consejo de administración es estatal, y la otra compradora y famosa alemana E.ON aparte de que su legislación prohíbe las opas de empresas extranjeras, el mayor paquete de acciones lo tiene el estado de Baviera. Y aquí todos los llamados patriotas criticaron que el estado español intentara regular y controlar la actividad de una empresa extranjera en un sector tan vital como la energía eléctrica, y que nunca debió privatizarse, y esto va contra los que se llaman socialistas. Estamos arreglados entre unos y otros, y cuando haya apagones, mal servicio y precios abusivos, a reclamar al maestro armero -que decían en la mili.

Luis Segovia López es magistrado.