Opinión

¿Y por qué no un premio ‘ex aequo’ en las Hogueras?

El Ayuntamiento de Alicante y las comisiones prefieren que sea la suerte, una moneda al aire, la que pueda decidir el mejor monumento del año antes que un galardón compartido

Una escena de la hoguera de Florida Portazgo, que se quedó sin el premio de 2023 al no permitirse el voto de calidad del presidente.

Una escena de la hoguera de Florida Portazgo, que se quedó sin el premio de 2023 al no permitirse el voto de calidad del presidente. / Alex Domínguez

Una moneda al aire, lanzada ante la mirada de la Bellea del Foc. El Ayuntamiento de Alicante, tras consultar a las comisiones de hogueras, prefiere que sea la diosa Fortuna, el siempre imprevisible azar, el que pueda decidir el mejor monumento del año —con todas las implicaciones que supone— antes que apostar por un premio ex aequo. Cuesta entenderlo. ¿No sería mejor que dos comisiones compartieran el principal galardón de las Hogueras en el caso de volver a darse un improbable empate —repartiéndose un espacio en la historia y las siempre jugosas visitas de miles de personas atraídas por la gloria de la victoria— a que sea la suerte la que decida, la que derive los focos exclusivamente hacia un distrito cuando exista otro que ostente los mismos méritos, según los miembros del jurado? Por el premio económico no debe ser, porque el Ayuntamiento da 1.500 euros al ganador de Especial, cuando ya se están plantando monumentos por encima de los 100.000 euros de presupuesto.

Y más a partir de este año, cuando el gobierno municipal ha incluido más filtros para intentar evitar a toda costa que se dé un empate tras la agria polémica que se generó en las pasadas Hogueras entre Florida Portazgo y Diputació-Renfe. Y es que el ejecutivo de Barcala no sólo ha quitado todo poder al presidente del jurado —al que ya en 2023 se le retiró pese a lo que decían las bases aprobadas— sino que ha incluido también otra variable más (como son las puntuaciones parciales) a las dos votaciones ya previstas en los años anteriores.

Eso sí, las modificaciones del documento que rige el concurso municipal de las Hogueras no solo se han centrado en huir de los empates, sino también en intentar capear las habituales críticas de comisiones a las que no les hacía gracia —y con razón— que hubiera miembros del jurado que durante la visita al monumento estuvieran a todo menos a las explicaciones dadas, normalmente por la belleza y otros festeros. Ahora no solo deberán estar pendientes, sino que además no podrán compartir valoraciones entre ellos. Se hurta el debate para propiciar la autonomía, que nadie imponga su criterio. Y todo para que luego una moneda decida.

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