Opinión

Bares, putas y timbas

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Archivo - Mando a distancia, televisión, televisor, TV / EUROPA PRESS - Archivo

Muy ciego tendría que estar el jurado de los próximos Ondas para no concederle uno al programa En primicia, por sus prodigiosos medios de producción y por la equidistancia en la selección de periodistas reverenciados, tanto progresistas como conservadores. Aclarado este extremo, y a colación de la primera de las entregas emitidas, la dedicada a Raúl del Pozo, sería un hipócrita si callara ante el desfile de testimonios que presencié delante de las cámaras, que enjuagaron a fe al biografiado que continúa al pie del cañón con su columna diaria a sus 87 años.

Recordando los tiempos del diario Pueblo, a firmas como las de Arturo Pérez Reverte (no lo olvidemos, académico de la Lengua) o José María García, no les dolieron prendas en describir aquella redacción como quintaesencia del patriarcado. Se habló con toda naturalidad de unos tiempos dominados por el tabaco, el alcohol, las prostitutas y el juego, en los que se peleaba literalmente por una información. De ahí que sonase a música celestial la afirmación de que Umbral y Del Pozo fueron íntimos amigos, conociendo el temperamento que se gastaba el finado.

Todo esto no tendría mayor importancia si no hubiésemos visto a la misma presentadora de En primicia, Lara Siscar, dos días después, al frente de Informe semanal dando paso a un modélico reportaje sobre Luis Rubiales. Un caso, el del expresidente de la RFEF, que debería servir para que España se modernizase en conceptos tan sensibles como la igualdad de género y colaterales. Lo asombroso es que en el programa sobre Raúl del Pozo apareciesen periodistas veinte años más jóvenes que un servidor haciendo la ola a su protagonista. Espero las entregas de la Calaf y Pepa Bueno, entre otras, para que refresquen el ambiente, que falta hace.