Aunque nadie discute a estas alturas el fracaso de la convocatoria de la derecha en la Plaza de Colón, que no llegó a movilizar ni siquiera a cincuenta mil personas, preocupa el lenguaje radical con el que se quiso adornar la convocatoria. Traición a la patria, felonía, usurpación o chantaje. Todo un ejemplo de moderación política de unos políticos jóvenes, Casado y Rivera, que, a juzgar por sus expresiones, parecen del pasado.Una semana después de la cita de las banderas, quien ha desestabilizado y confrontado ha demostrado que, con el rechazo a los presupuestos, ni el Gobierno los había pactado con los independentistas ni se rompía España. «Unos presupuestos pactados en prisión», decía Casado. El único acuerdo ha sido el del Partido Popular y Ciudadanos, los «constitucionalistas» y los independentistas de ERC y PdeCat. No parece lo más inteligente. A Ciudadanos la foto con Vox objetivamente les daña. Y acompañar su voto con los nacionalistas, es una extravagancia política. A los nacionalistas les va a costar explicar en Cataluña por qué han ido de la mano con los que quieren aniquilarlos y verles en prisión. El relato ya está en marcha. Que derecha y nacionalismo se pongan de acuerdo para impedir que se aprueben unos presupuestos por intereses de partido y que suponen la mejora de las condiciones de vida de millones de personas, sí que es significativo e irresponsable. Y aunque argumentan de uno y otro lado que el voto conjunto es por distintas razones, es clara la lógica compartida: provocar tensión para desestabilizar, generar el caldo de cultivo para afianzar posiciones políticas y alimentar a los más reaccionarios de cada bando. Y todo protagonizado por los mismos que, desde una dialéctica cansina y paternalista, apelan continuamente al «espíritu de la Transición"» o la Constitución, de un lado, o la «España nos roba y nos maltrata», del otro.Y mientras tanto, nuestra patria y nuestra bandera, la de la gente de a pie, la ciudadanía sencilla, se disipa: la subida del salario mínimo interprofesional, la derogación de la reforma laboral, la subida del salario a empleados públicos empobrecidos, la lucha contra la violencia de género, contra la pobreza infantil, la extensión de las ayudas a parados de larga duración mayores de 52 años, eliminación del copago farmacéutico o subida de las pensiones. Mi bandera no se mide en metros de tela. Se mide en derechos. Y una vez tomadas las posiciones y hecha la foto fija, toca votar.