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Escafandras

Escafandras van a necesitar quienes habrán de dictar sentencia en el proceso que sigue la justicia española contra los promotores de la irresponsable intentona separatista en Cataluña.

Escafandras para resistir la presión de unos y otros, de la calle y de unos políticos que, sin aportar pruebas, se empeñan en calificar diariamente de "traidor" y de "okupa" al presidente del Gobierno.

Fue un espectáculo esperpéntico la lectura, el domingo, por unos llamados "periodistas " de un manifiesto plagado no ya sólo de insultos, sino también de claras falsedades.

Un manifiesto que si, según contaron los medios, fue acordado por el PP de Pablo Casado y Ciudadanos, de Albert Rivera, podría seguramente haber firmado, sin quitarle una coma, el líder de Vox.

No descansarán los convocantes de aquella manifestación, que ya anuncian otras del mismo signo, hasta que consigan echar al socialista de La Moncloa.

Las pancartas que allí se vieron y los rabiosos eslóganes que coreaban muchos de los manifestantes ante la evidente satisfacción de los políticos presentes no llamaban precisamente a la concordia.

Otro tanto cabe decir de mucho de lo que ocurre en la otra parte, muy parecida en su incapacidad para el diálogo y el compromiso a esa derecha intransigente contra la que los separatistas truenan. La sinrazón independentista no es sino la imagen especular del centralismo más intransigente.

Pero negar, como han hecho una y otra vez algunos, que España, es decir el resto de España, tiene un problema con Cataluña es ponerse una venda delante de los ojos.

Y es esa venda es la que ha permitido que, bajo el anterior Gobierno del PP, se pudriese la situación hasta convertir en inevitable la judicialización del problema.

Si se repasa la historia de la relación entre Cataluña y España a lo largo del siglo XX, se verá que, aunque hayan cambiado los personajes y el contexto europeo sea hoy tandistinto, las situaciones por desgracia se repiten.

Y el resurgir de los nacionalismos en Europa, alimentados por las manipulaciones y mentiras que tanto proliferan últimamente en las redes sociales, lejos de ayudar, agrava toda solución.

Uno no quisiera estar en el pellejo de quienes han de hacer justicia en tan difícil conflicto y en medio de tantas presiones de unos y de otros. Confiemos en que sean en todo momento capaces de resistirlas.

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