Un concierto de antología, con ningún pero posible. Eso es Schubert: lo demás es todo teatro o amaneramiento. Como el que hace gente como Maria Joao Pires que nos visitará el próximo lunes. Su interpretación no me suele gustar, y después de lo de este concierto, la caída puede ser especialmente dolorosa. Por lo tanto, si son ustedes fan, admiradores, devotos, incondicionales o groupies de la pianista portuguesa, les recomiendo que no se aproximen a mi reseña porque ¿para qué llevarnos mal con tanto amor que hay por dar?