edro Sánchez, presidente del Gobierno, fue jugador de baloncesto de la mejor cantera de España: Estudiantes. Pedro creció deportivamente en la cancha conocida como La Nevera de la que han salido grandes jugadores desde los hermanos Sagi Vela (tres), los Ramos, Aito García Reneses, los hermanos Reyes, ( Felipe aún está en activo), Carlos Jiménez además de una serie de jugadores que tras destacar en el Ramiro de Maeztu pasaron al club del Bernabéu por razones pecuniarias evidentes y, posteriormente, también triunfador en otros clubes. Pedro Sánchez era alero destacado en las categorías juveniles, pero como otros muchos de la cantera estudiantil se inclinaron definitivamente por los estudios. En política si ha logrado canastas de tres puntos. Como político tuvo el honor de entregar a Andrés Iniesta la máxima condecoración que se concede a los deportistas españoles.

Como político acudió a despedir a la selección española camino del Mundial de Rusia. Como exbaloncestista supo decir adiós a los internacionales conociendo sobradamente la importancia de los grandes duelos y el sacrificio que exige el deporte y más aún el mantenimiento en la elite del futbol mundial como es el caso de nuestra selección..

No fue gesto singular el que el presidente del Gobierno de España acudiera a desear fortuna a la selección nacional. Otros mandatarios hicieron lo propio y no habrá despedida en la que no haya deseos de grandeza por parte de los dirigentes políticos. El fútbol está plagado de historias en las que sus protagonistas han logrado enfebrecer a sus compatriotas. En 1954, por ejemplo, Alemania avergonzada por la tragedia nazi, pudo levantar cabeza cuando Fritz Walter la hizo campeona del mundo ante Hungría. En Argentina, Kempes, con sus goles, hizo creer a Videla y sus secuaces que ello otorgaba perdón.

En la Barcelona que hoy se llena de senyeras esteladas en 1992, en la final olímpica de fútbol los graderíos se poblaron de banderas nacionales. El fútbol ejerció de bálsamo en los dos frentes de la Guerra Civil. Años después cambió la idea que del mismo tenían los comunistas. Fue cuando la selección de la URSS brilló en el extranjero. En Pekin, en vísperas del Mundial 82, en la plaza de Tiaanmen, los chinos se manifestaban haciendo sonar el timbre de sus bicicletas cada vez que veían la posibilidad de clasificarse. Nunca el fútbol ha sido únicamente una manifestación deportiva. Mussolini echó del Mundial a España a base de comprar al árbitro suizo Mercet.

La misma fortuna que deseó el presidente del Gobierno a la selección es la que deseamos cuantos hemos visto partir a la expedición con el deseo de volver a ganar. Iniesta, que marcó el gol en Suráfrica, recibió la más alta condecoración y en ella estaba la ilusión de una nueva diana triunfadora.