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Joaquín Rábago

Scholz, ¿un nuevo tío Gilito?

El hoy presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, ha quedado en el recuerdo de muchos ciudadanos del endeudado Sur de Europa como un cicatero tío Gilito.

En su etapa de ministro del "déficit cero", el cristianodemócrata Schäuble, hormiga del Norte, se empeñó en tener a pan y agua a las despilfarradoras y despreocupadas cigarras mediterráneas.

Algunos dieron un suspiro de alivio cuando el europeísta Martin Schulz se presentó a las últimas elecciones alemanas, pero su paso por la política nacional fue decepcionantemente breve.

De su sucesor al frente del partido, el ex alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, hoy vicecanciller y ministro de Finanzas, no cabía por el contrario esperar especial empatía hacia los socios del Sur.

Cuando algunos le preguntaron si, por militar en distinto partido, su política diferiría de la de su predecesor, el cristianodemócrata Schäuble, Scholz se apresuró a tranquilizarlos.

"Un ministro alemán de Finanzas siempre será un ministro alemán de Finanzas", aseguró el líder socialdemócrata, danto a entender que daba igual de qué partido fuese el titular de esa cartera.

Scholz ofreció un ejemplo de lo que quiso decir en la última reunión de ministros de Finanzas de la UE para tratar de la salida a la crisis griega, mostrándose más duro que el Fondo Monetario Internacional.

Según cuentas medios comunitarios, Scholz rechazó en ella algunas reclamaciones del Fondo, como la de permitir a Grecia alargar hasta quince años los plazos de devolución de los créditos ya acordados por considerar que tres años eran suficientes.

Al mismo tiempo, se opuso al mecanismo propuesto, a iniciativa francesa, por el FMI por el cual se vincularía automáticamente el alivio de la deuda griega al futuro crecimiento del PIB de ese país.

La posición del vicecanciller en el tema griego es contradictoria, pues por un lado quiere que el FMI siga participando en el rescate griego, por otro rechaza sus condiciones.

Del mismo modo, Scholz se muestra igual de reacio con Schäuble a las propuestas francesas para profundizar la integración económica europea por seguir desconfiando de los socios mediterráneos.

La mutualización de la deuda, la creación de un seguro de desempleo común o la transformación del mecanismo de rescate en un Fondo Monetario Europeo, propuestos por el presidente Emmanuel Macron, son otros tantos tabúes para Berlín.

Como advierte metafóricamente el ex ministro germano de Asuntos Exteriores Joshka Fischer, la vuelta al "viejo gorro alemán puede ser un avance frente al casco prusiano, pero no deja de ser un error ante la dramática situación geopolítica actual".

Para el ex ministro de los Verdes, Alemania debería unirse a Francia y soltar dinero porque, se pregunta Fischer en declaraciones a Der Spiegel, "¿de qué sirve si no la UE?"

"Desde Adenauer, afirma Fischer, los cancilleres alemanes han llegado siempre a compromisos de última hora, poniendo dinero encima de la mesa. En interés de Europa, hemos de convertir en poder político nuestra fuerza económica".

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