Es difícil navegar en aguas procelosas y llenas de carabelas portuguesas, como estas en las que nos desenvolvemos en la actualidad. En cualquier momento un zarpazo, una picadura o una cuchillada atroz y pueden acabar con nosotros. Es lo que tenemos y si nos quedamos quietos nos hundimos, por lo que la única alternativa que tenemos es seguir nadando. El peor enemigo puede llegar a ser el antiguo compañero de filas, por lo que la inseguridad es total. No se puede confiar en nadie.

En este sentido, el dúo formado por Iglesias y Montero en un momento ha pasado de ser de dos tiburones a dos alevines. Me ha parecido hasta naif el intento de explicación de Pablo Iglesias con respecto al chaletito. Antes los que vivían por esos lugares y en ese tipo de vivienda a Iglesias le espantaban y le parecían ser casta. Sin embargo, ahora el podemita se deleita con la imagen de sus mellis dándose un chapuzón en la piscina de su casa y hasta trata de justificarlo. Como puede permitírselo, lo ve natural hacerlo, aunque parezca incapaz de apreciar el grado de incoherencia al que ha llegado. Ha perdido lo único que tenía y que, como político, no podía perder: su discurso. Hay quien piensa que esto pudiera ser una maniobra deliberada para destruir Podemos, lo que tal vez sea una explicación a tanto desatino.

En cuanto a la semana horrible del PP, francamente estoy sin palabras. Están en horas más que bajas y esto parece la guerra de todos contra todos. Es demasiada casualidad que la durísima sentencia de Gürtel se publicara justo el día siguiente de aprobarse los Presupuestos Generales del Estado, cuando además en los mentideros se dice que dos de los tres magistrados intentaron que fuera antes de dicha aprobación, sin incorporar siquiera voto particular del magistrado disidente. La detención de Zaplana, e inmediato ingreso en prisión, pese a su leucemia, da una idea de a qué niveles está llegando la cacería. Sánchez estaría llamado a encabezar una moción de censura contra Rajoy, que es la sangre que le exige parte de su electorado como castigo a los antiguos desmanes peperos, pero tendrá que echarle valor, porque su partido tampoco está precisamente de primera comunión.

La situación de España es de bandera roja y alerta por plaga de medusas, además, por el desafío independentista. Estamos en una crisis sin precedentes y tenemos que confiar en la cordura de nuestros políticos, lo que a mí al menos me causa no poco pavor.