Gran Torino es una película dirigida e interpretada por Clint Eastwood en la que da vida a un veterano de la guerra de Corea, que habiéndose jubilado del sector del automóvil, y enviudado recientemente tiene como máxima pasión su coche Gran Torino, siendo una persona inflexible y solitaria a quien molestan y cuesta trabajo aceptar los cambios que se producen a su alrededor, y especialmente la llegada de muchos inmigrantes asiáticos a su barrio.

Sucediendo en la película que, sin embargo, las circunstancias y avatares harán que sus creencias sean replanteadas, para lo cual es la actitud el valor más fuerte que poseemos para aceptar los cambios, sin sentirnos víctimas de las circunstancias, pues gracias a nuestra determinación podemos decidir el modo en que hacemos frente a todo aquello que sucede a nuestro alrededor.

Y es la actitud la fuerza que nos permite salir de aquellas situaciones que nos disgustan, impulsando los nuevos rumbos, y las tomas de decisión para enfrentarnos a los cambios, con conocimiento de que la felicidad tenemos que encontrarla en nuestro interior, con independencia de las contribuciones externas, y que es gracias a nuestra actitud que podemos comprender que no hay límites y que por muy grave que pueda resultar una situación es posible superarla.

Confiando en nosotros mismos, y en no permanecer en nuestras zonas de confort, con la idea de que los cambios son oportunidades que con inteligencia y paciencia nos permitirán asumirlas a nuestro favor, de modo que esos cambios de actitud marcarán la diferencia convirtiendo las situaciones difíciles en oportunidades de fortalecimiento.

Y es que la vida en ocasiones nos trae reveses y momentos difíciles, circunstancias negativas respecto de las que si ponemos todo nuestro empeño podremos con la actitud adecuada cambiar el diálogo interno, aceptando con fuerza y esperanza la situación adversa hasta encontrar la estabilidad y el coraje para poder afrontar la vida con mayor optimismo y aceptación, pues la asimilación de las cosas, tal y como van sucediendo, sin rendirnos ni resignarnos a ellas es un poderoso amortiguador del sufrimiento, buscando emocionalmente una mayor tranquilidad, y ello con la consideración de que dramatizar las situaciones únicamente las empeora.

Y puestos a mejorar, me propongo una vez más contemplar esa gran película en la que Eastwood interpreta a un anciano misántropo, que recupera su humanidad en la recta final de su vida, en una historia emotiva y de redención.

Un filme preciso, de alguien que como actor y director deja una huella imborrable, en la historia del cine. Un hombre de personalidad extraordinaria y única, con un estilo personal y de narrar las historias que enlaza con el modo de otros tiempos. Directo, sencillo, claro. Un genial realizador e intérprete. Multifacético y de poderoso talento. El singular Clint Eastwood.