Hace unos días, la consellera Elena Cebrián, responsable en el Consell de Medio Ambiente y Agricultura entre otras funciones, confesaba en una entrevista en este periódico una serie de cuestiones que su departamento tiene pendientes en estas fechas.

Entre ellas estaba una relacionada con el tema del río Vinalopó. Recordemos que, en junio de 2017, se aprobó, en Les Corts Valencianes, y por unanimidad, una Proposición No de Ley, presentada por Cristina Rodriguez, diputada de Compromís, en la que se solicitaba la restauración integral de la cuenca de dicho río. En dicha propuesta, figuraba el compromiso de que, en el plazo de seis meses, se daría cuenta a Les Corts del nivel de cumplimiento de la misma. Téngase en cuenta que se aprobó la creación de una mesa de trabajo, en la que, con intervención de diferentes administraciones implicadas y colectivos sociales, se debería preparar un plan director para llevar a cabo la restauración planteada.

Casi un año después hay pocas noticias sobre este tema. Ni en el plazo marcado de seis meses se informó a Les Corts de avance alguno ni, posteriormente, se ha concretado nada sustancial todavía. El pasado 7 de abril, el Observatorio del Vinalopó, entidad que lucha por la mejora del río y a la que hay que agradecer su constante preocupación por el mismo, convocó una reunión de trabajo, en Pinoso, para intentar mover el tema de la mesa y poder aportar propuestas. Existe preocupación por la tardanza en iniciar, formalmente, los trabajos y dar respuesta a lo aprobado.

La realidad, mientras tanto, es muy preocupante. El río Vinalopó tiene unos 81 kilómetros de largo, y abarca una cuenca de unos 1.700 km2. Y vertebra las comarcas del Alto, Medio y Bajo Vinalopó y ha tenido una importancia fundamental en la vida e historia de nuestras poblaciones. Lamentablemente, a nosotros, aquí en Elx, en la cola del río, lo que nos llega no tiene nada que ver con lo que era el Vinalopó en su nacimiento. Sabido es que el río desaparece, físicamente, a pocos kilómetros de sus fuentes, en término de Benejama, ya que se le extrae hasta la última gota de agua que transporta. Tal es así que su cauce llega a ser labrado y cultivado.

Es a partir de Villena y, fundamentalmente, con aguas residuales y vertidos de diferentes actividades industriales, marmoleras y agrícolas de los municipios por los que transcurre, cuando vuelve a tener un caudal muy alejado del que tuvo en sus inicios y manifiestamente mejorable.

Cuando los representantes del Observatorio del Vinalopó pudieron exponer la situación, en la comisión correspondiente de Les Corts Valencianes, en enero de 2017, hace casi año y medio, de la realidad del río, dijeron, textualmente, que «el Vinalopó se encontraba en la UCI y en estado crítico». Y no era algo nuevo. Hace años que se viene denunciando el estado del río y el nivel de contaminación que transporta. Padece una alta concentración de nitratos, procedentes de abonos y pesticidas y de nitritos, aún más elevada. Por no hablar de que ha sido y, en buena parte lo sigue siendo, una verdadera escombrera a lo largo del cauce.

Todos los problemas que genera la situación del río se agravan en el término municipal de Elx. La parte final es una fuente de problemas constantes. Es cierto que la cota es muy baja, que parte de su suelo ha sido ocupado por construcciones, que no se ha realizado un deslinde del Dominio Público Hidráulico, que en algunos puntos, como en el cruce con el Camí de la Regalíssia, se estrecha a poco más de tres metros, que no tiene desembocadura (lo hace en el azarbe de Dalt), que la limpieza y desbroce en su cauce es muy escasa, etc. Todo ello provoca que, con cualquier avenida, el caudal que transporta el río se desborde, por la parte sur de nuestro término, inundando y poniendo en peligro caminos, propiedades, cultivos, etc.

Las quejas sobre cómo está el río aparecen en toda su cuenca. Y en Elx con más fuerza al estar a la cola del mismo. Los proyectos, promesas y buenas intenciones se nos han repetido mucho en estos años. De ahí no se ha pasado, basta asomarse a ver lo que circula por cualquier tramo del Vinalopó para hacerse una idea de lo que transporta. Hace falta una actuación integral, en toda su cuenca, y con amplia participación de las diferentes administraciones implicadas: ayuntamientos, Diputación, Generalitat, Gobierno central, etc., y de los colectivos ecologistas y ciudadanos.

Incomprensiblemente, cuando todo parecía a favor, cuando Les Corts, por unanimidad, lo habían aprobado, así como la Diputación de Alicante y los ayuntamientos por los que transcurre, resulta que, para que se constituya la mesa de trabajo para elaborar el plan director y que la Conselleria lo coordine, ésta no ha dado señales de vida. Una vez, en más de 20 años, que parecía que podía empezar a funcionar y ser coordinado desde un Consell progresista, resulta que pasa el tiempo previsto y de la consellera lo único que sabemos es que lo tiene como otra de sus muchas cuestiones pendientes. Lástima de Conselleria, alguien debería recordarle que el «Vinalopó también existe» y que ya le toca.