La nueva edil responsable de Urbanismo en el Ayuntamiento de Alicante ha indicado días pasados que, con un año de plazo, no es posible comenzar los trabajos para definir los instrumentos básicos del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante. Hago memoria y recuerdo que el vigente plan general data del año 1987; y traigo a colación que la vigencia de dicho plan, como es preceptivo, era de 12 años. Han pasado varias corporaciones y ninguna ha sido capaz de proyectar un modelo de ciudad de futuro.

En mis años de profesión he tenido ocasión de seguir de cerca el desarrollo de los acontecimientos urbanísticos de nuestra ciudad. Ya cuando estaba en información pública el actual Plan General de Urbanismo, escribí en INFORMACIÓN un artículo titulado Una normativa anormal en el que denunciaba la falta de visión de futuro y las ordenanzas urbanísticas de la construcción que hacían difícil su aplicación por ser poco flexibles en los aspectos que afectan a la casuística de los solares, por ejemplo. El tiempo me dio la razón cuando, en vez de redactarse un nuevo plan para sustituir al vigente, se empezaron a redactar y aprobar numerosas reformas en las ordenanzas en un afán de ir tapando huecos para adaptarse a las circunstancias y, mientras, ciertos intereses particulares primaban sobre el interés general. Esa política ha permitido a los responsables urbanísticos de estos años pasados ir manteniendo una normativa cambiante y acomodaticia que no lleva a ninguna parte y que empobrece y envejece a la ciudad.

Y es que para redactar un Plan General de Ordenación Urbana, lo primero es concretar los objetivos de crecimiento de la ciudad en base a los datos demográficos, las expectativas económicas, la oferta industrial o de servicios, la necesidad y el trazado de las infraestructuras de transporte, la previsión de espacios de convivencia, culturales, deportivos y lúdicos, la preservación y construcción de los espacios verdes? En definitiva, tener una visión de futuro más allá de los años que abarcan dos o tres legislaturas. Y apoyar el diseño y el trazado en la topografía, en los hitos del territorio, en las relaciones con los otros municipios colindantes, en la integración en las directrices del Plan Nacional del Territorio y en dotar del mejor espacio convivencial a los ciudadanos.

Con esa política de proyectar con el único objetivo de «inaugurar antes de las elecciones», se han perdido muchas oportunidades. Concretamente recuerdo que el alcalde José Luis Lassaletta convocó un concurso de ideas entre los arquitectos para el diseño de treinta espacios de nuestra ciudad: quien esto escribe participó proponiendo un diseño de paseo urbano a lo largo de la vertiente noroeste del monte Benacantil, desde la ermita de Santa Cruz hasta la calle Villavieja, frente a la playa; en los dos extremos se planteaban aparcamientos para el barrio; en el paseo se preveían espacios para casetas de artesanía que permitieran liberar a la Explanada de estos locales y fueran un motivo de paseo aprovechando las vistas sobre la ciudad, al mismo tiempo que se delimitaba el barrio de Santa Cruz y se mejoraba la ladera con un diseño de jardinería y nuevos accesos al casco tradicional. No se hicieron más que dos de las propuestas.

Y hay más ejemplos: el ya imposible bulevar entre la plaza de Calvo Sotelo y el Portal de Elche que pudo haber sido un gran eje de convivencia, desahogo e infraestructuras, se ha quedado en dos calles sin ningún aliciente ni comercial ni cultural. Y no hablemos del espacio ferroviario, un posible gran parque urbano que ahora, con el mantenimiento de la estación del ferrocarril y la ampliación «provisional» para el AVE, sigue dividiendo a la ciudad y no permite el acceso noroeste desde la autovía, algo muy factible si la estación se desplazara un par de kilómetros hacia el oeste transformándola en estación de paso hacia Murcia y Andalucía oriental; y se prolongase el tranvía, como metro urbano para servicio de los barrios que flanquean el trazado ferroviario y para servicio de la estación y del aeropuerto. Y la protección de las torres de la huerta que se olvidó en el diseño del PAU 4. Y los dos pulmones verdes del Benacantil y de la fortaleza de San Fernando, sin diseño ni prioridad. Y nunca se ha pensado en un espacio para la celebración de la romería de la Santa Faz que serviría para grandes eventos al aire libre.

Podríamos seguir, pero el espacio no nos lo permite. Sirvan estos ejemplos para que los responsables del urbanismo, los políticos y los técnicos, tengan altura de miras y visión de futuro.