Samuel Johnson (1709-1784) es considerado como una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra de todos los tiempos. Destacó, en especial, en el campo de la lexicografía, pero también es conocido como un gran poeta, ensayista y biógrafo. Su obra más conocida es su diccionario de la lengua inglesa, A Dictionary of the English Language, pero yo les recomendaría que leyeran alguno de sus poemas, en especial The Vanity of Human Wishes (La vanidad de los deseos humanos). En sus estrofas, escritas imitando el estilo de Juvenal, Johnson diserta sobre el nefasto final al que arriban todos los sueños, deseos y ambiciones humanas.

Los ingleses, y los londinenses en particular, atribuyen al doctor Johnson la frase «When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford» («Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida; pues en Londres se encuentra todo cuanto la vida puede proporcionar»).

Yo que, por vicisitudes personales, conozco muy bien la capital del Reino Unido, no puedo sino corroborar la afirmación de Samuel Johnson. De hecho, este artículo lo he remitido desde Londres, donde me encuentro realizando un estudio sobre el funcionamiento de la Formación en Centros de Trabajo (FCT) en Inglaterra, ligada a la Formación Profesional. Como resultado de nuestras investigaciones, los compañeros que me acompañan y yo pretendemos redactar un informe con recomendaciones políticas y administrativas para la mejora de la FCT en España.

Hablando de educación, en nuestro país, al contrario de lo que se viene diciendo, no es tan mala como se pretende hacer ver. No obstante, el análisis frío de los datos arroja una serie de cifras que debemos tener muy presentes. En primer lugar, si comparamos el nivel de estudios de la población adulta española entre 15 y 64 años con la de la media de la UE, comprobamos que en España un 44,19% de esa franja sólo tiene estudios de nivel 0-2 (hasta primera etapa de educación secundaria); el 23,95% posee estudios de nivel 3-4 (educación secundaria y postsecundaria no superior); un 31,86% se sitúa en la franja del nivel educativo 5-8 (desde FP de grado superior hasta doctorado). Esas cifras para Europa arrojan unos guarismos del 27,08%, 46,71% y 28,21%, respectivamente.

De estas estadísticas se desprenden dos hechos incuestionables. El primero es que las cifras de población con estudios de secundaria postobligatoria en nuestro país son aún preocupantemente bajas. El segundo, que hay una descompensación alarmante, pues a una cifra elevadísima de personas sin graduado en secundaria se une un elevado número de universitarios. No voy a decir, como hizo un ministro, que sobran universitarios, pues no quiero ser diana de las críticas de los supuestos defensores de la enseñanza. Pero sí puedo hacer una afirmación rotunda: debemos fomentar los estudios de Formación Profesional, y debemos hacerlo por dos motivos: como modo de que nuestros jóvenes alcancen una formación secundaria postobligatoria y por razones de empleabilidad.

Retomando la fría estadística, si nos fijamos en los datos de empleabilidad, constatamos que, en España, las personas que sólo han alcanzado unos niveles de estudios de nivel 2 (secundaria sin alcanzar el graduado en ESO) tienen una tasa de empleabilidad del 77%; los que tienen un nivel 4-5 (el que otorgan los ciclos de FP de grado medio y superior, respectivamente) llegan a una tasa de empleabilidad del 85%.

La actual ley educativa (LOMCE) ha sido denostada por muchos, pero esos mismos no han sido capaces de sentarse a una mesa para negociar un pacto educativo que alumbre una nueva y, esperemos, duradera ley orgánica de educación. En cualquier caso, como cualquier norma, es obvio que tiene aspectos mejorables pero, en materia de Formación Profesional, introdujo una novedad relevante: los ciclos de FP Básica. Estos nuevos ciclos, junto a una mejora del nivel de progresión entre los diferentes niveles de Formación Profesional, han permitido que muchos jóvenes, que antes abandonaban los estudios, retomen su singladura en el sistema educativo a través de la Formación Profesional.

Por otra parte, la cooperación entre los centros educativos y las empresas, a través de la FCT, permite que el alumno entre en contacto con el mundo laboral, pero también que los empleadores seleccionen su personal de entre estos jóvenes. La relación es una perfecta simbiosis pues, en muchas ocasiones, las empresas están encantadas de contar con estos alumnos, en vez de verse obligados a arriesgarse en la contratación de trabajadores de los que se desconoce su formación y preparación. De hecho, los propios centros educativos mantienen bolsas de trabajo a las que muchos acuden para buscar determinados perfiles.

Elche necesita algunas mejoras en su oferta de Formación Profesional que merecerían un análisis muy pormenorizado pero, aún así, la oferta con la que contamos actualmente en nuestros centros es magnífica. En breve se abrirá el proceso de admisión para todas las enseñanzas no universitarias. Espero que los datos y las razones dadas en este artículo en defensa de la Formación Profesional sirvan para que los jóvenes y los padres que albergaran alguna duda hayan concluido que la FP es una magnífica opción de presente y de futuro.

Por cierto, no es que me haya cansado de Londres, pero mañana vuelvo a Elche y me siento muy feliz por ello.