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Una persona comprometida

Antonio Fernández Valenzuela fue siempre un hombre comprometido, un adelantado a su tiempo, un empresario innovador que luchó como nadie por los intereses de la provincia, pero fue además un gran hombre, afable, dialogante, amigo de sus amigos y muy familiar.

Conocí a Antonio siendo él presidente de la Diputación y yo presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara. Juntos viajamos en misión empresarial a Argelia. Ahí comenzó nuestra relación, nuestra amistad, que se ha mantenido durante más de treinta años.

Cuando asumió en 2002 la presidencia de la Cámara confió en mí la presidencia de la comisión de Comercio Exterior. Rápidamente se dio cuenta de la importancia de la internacionalización de las empresas y juntos recorrimos un largo camino para la puesta en marcha de productos y servicios que ayudaran a nuestras pymes en ese difícil campo que es la exportación.

Pero donde realmente protagonizó una verdadera revolución en la Cámara fue en la implantación territorial. Fernández Valenzuela fue sin duda un presidente de remarcada visión provincial. Creía en la provincia, quizá debido a su paso por la Diputación, y tuvo claro desde el primer momento que la Cámara debía acercarse a los empresarios de toda la provincia. Para conseguirlo, hizo una apuesta muy importante de inversiones en infraestructuras con la construcción de delegaciones y viveros de empresas en Elche, Dénia, Torrevieja, Finestrat y Villena, naves nido en Mutxamel e Ibi y antenas en Guardamar, Ibi y Petrer.

Una de sus últimas actuaciones en la presidencia de la Cámara fue la recuperación para la ciudad del antiguo Hotel Palas como sede emblemática, dignificando además la fachada marítima de la ciudad de Alicante.

Antonio Fernández Valenzuela era un «obsesionado» con la Cámara del Siglo XXI y prueba de ello fue el estudio «Alicante Horizonte 2020», el primer plan estratégico para la economía de la provincia de la que aún se siguen extrayendo importantes ideas y proyectos.

Pero si algo distinguió la personalidad de Antonio, de mi amigo Antonio, fue su carácter reivindicativo. Era el presidente que nos representaba a todos, que arriesgaba y defendía la provincia en cualquier foro público o privado. En las hemerotecas y en nuestro recuerdo quedan los discursos de la Noche de la Economía ante los presidentes Zaplana y Camps. No eran discursos complacientes precisamente, pero sus palabras nunca cayeron en saco roto, siempre fueron valoradas y respetadas.

Mis últimas conversaciones con Antonio son muy recientes, en el proceso final de las elecciones de la Cámara, hace apenas unas semanas. Era una persona a la que le gustaba escuchar y sus consejos había que tenerlos en cuenta por su conocimiento y experiencia.

Se va un gran hombre, gran empresario y gran amigo.

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