No es bueno mirarse demasiado el ombligo porque se corre el peligro de «meter la pata hasta el corvejón», que, según la RAE, es «meter la pata estrepitosamente», y luego cuesta mogollón lavar la imagen -¡mala imagen!- que se ha dado, casi tanto como poner en su sitio a los facinerosos, como ha quedado patente en casos como los que se están dando con los secesionistas catalanes, a los que no hay forma de «meter mano», mientras ellos «se ríen» de todo un país y parte del extranjero. ¡Que conste que he dicho que se puede correr, no que se corra, a no ser que quien corra sea Joseico García de Haro, con «H», ¡que es un máquina y devora kilómetros con la misma facilidad que quien se zampa, sin pestañear, unos cuantos «whoppers» en el burger o unas cañas en «La Luna»!. Tuve un amigo -llegó a ser alcalde de su pueblo- que aseguraba que «en la política y en el amor no hay ética». Pues, ¡oiga!, va a ser que no, por lo menos es lo que pienso, aunque corra el riesgo de estar «equivocao» y más «perdío» que un prestamista chueta en «cal» chileno Víctor, que va a ser lo más probable, porque siempre he mantenido que ni estoy en posesión de la verdad absoluta ni hablo «ex cátedra», como el Papa, que nunca se equivoca cuando se dirige a la peña, aunque a veces, cuando lo hace, suba el pan. ¡Es que Francisco es mucho Paco, que, por cierto y pudiendo ser de Boca o River, es forofo del San Lorenzo de Almagro argentino!. ¡Ya se sabe que para gustos los colores y más si se trata del Papa!.

Resulta que, con todos mis respetos hacia el personal y la Ley de la Memoria Histórica -¡a la par que sin ánimo de polemizar, lo prometo por D'Artacán!-, me ha llamado atención la «exigencia», en modo «por cojones/huevos», de la Consejería de Educación para cambiar los nombres de unos cuantos colegios públicos de la Comunidad Valenciana, entre ellos el Villar Palasí de Orihuela. Hasta ahí, y en aras de la convivencia pacífica y para no levantar polémicas estériles que no conducirían a nada, admitiremos «pulga inglesa -recién sacada de la ingle- como animal de compañía». José Luis Villar Palasí fue ministro de Educación con el general Franco. Pedro Cartagena Bueno, ex alcalde de Orihuela, consiguió una importante subvención del ministerio para construir el colegio que, a propuesta de la Corporación y como muestra de agradecimiento, lleva el nombre del ex político valenciano. El entonces ministro acudió a Orihuela para inaugurar el centro.

Si utilizásemos el mismo criterio que se utiliza para «nombrar» Caballero Cubierto o Síndico del Oriol deberíamos tener en consideración a una persona que haya hecho algo por Orihuela para «renombrar» al colegio ubicado en el Palmeral. ¡Sería lo suyo/lógico; creo!. Sin embargo, me llama la atención que Compromis-Orihuela, según ha dicho su secretario de organización, Martin Borislavov, proponga, en aras de la igualdad, una serie de nombres, todos de mujeres, que «han tenido una gran importancia a nivel municipal o nacional». Y apunta los de Josefina Manresa -esposa de Miguel Hernández, nacida en Quesada (Jaén), aunque se consideraba de Cox-, Clara Campoamor, Victoria Kent, Maruja Mallo, Margarita Salas, Carolina Pascual, María Zambrano, Concepción Arenal, María Elena Maseras, Carmen de Burgos o Rosa Sensat. Llama igualmente la atención que los «compomiseros» propongan -siendo republicanos, como son- a un miembro de la nobleza, además de bióloga y discípula de Severo Ochoa, la marquesa de Canero, Margarita Salas, para rebautizar el «cole». De las mujeres propuestas por los «compromiseros» sólo una es oriolana, Carolina Pascual, y otra, Josefina Manresa vivió en la Muy Noble, aunque tras la muerte de Miguel «renegó» del pueblo de su marido, al que no volvió, ni siquiera durante el Primer Homenaje de los Pueblos de España. Del resto, sólo Maruja Mallo y María Zambrano «supieron» de Orihuela, por su relación, en algún caso «amorosa», con el poeta. Esto no quiere decir que no reconozca la importancia/relevancia de la activista y diputada Clara Campoamor; la abogada Victoria Kent; la primera mujer que se matriculó, y graduó, en la Facultad de Medicina de Barcelona, Elena Maseras, o la funcionara de prisiones Concepción Arenal, todas ellas personajes renombrados/reconocidos en la vida pública española.

Hay quien no tiene reparo/problema alguno en «retorcer/exprimir» al máximo la Ley de la Memoria Histórica con tal de sacar adelante sus «caprichos». Es el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien, como queriendo entrar en la historia de «su pueblo», ha «quitao» el nombre de una calle porque el personaje «reconocido» con tal honor, el almirante Pascual Cervera y Topete, fue, según ella, «un facha». El militar fue un héroe de la guerra de Cuba y murió en 1909, seis años después del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera, impulsor del «fascio» -palabro del que proviene «facha»- en España, «movimiento» que «adoptaría», 30 años después, el general Franco. La «dueña» de Barcino, que diría Serrat, ha dado muestras, una vez más, de su deficiencia intelectual. Pero no pasa nada, todo sea por la Ley de la Memoria Histórica, aun corriendo el riesgo de hacer el ridículo. «Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar?», que dijo Machado. ¿Será por nombres?.