El 24 de noviembre de 1857, Antonio Sánchez, vecino de Torrevieja, fue autorizado por la Sección de Obras de la Diputación Provincial de Alicante para construir el primer teatro de esta villa calle Quiroga -actual Ramón Gallud-, bajo un presupuesto total que ascendía a 256.582,20 reales de vellón, bajo la dirección del arquitecto Francisco Morell Gómez, quien, dos años antes, 1855, había realizado el proyecto del monumento a Quijano.

En 1862, el «Comercio de Alicante» publicó un suelto enumerando los edificios que existían en aquella provincia con destino a espectáculos o diversiones públicas. Entre los teatros citaba a Alicante, con un coliseo capaz de contener a mil doscientas personas; Torrevieja, un teatro donde cabían seiscientas personas; Alcoy, con un teatro con aforo para quinientos espectadores; Monóvar, con uno donde se podían acomodar cuatrocientas espectadores; y Orihuela, que disponía de un teatro que daba cabida a cuatrocientas personas; habiendo en Biar uno en estado ruinoso.

No debió ir muy bien el negocio del empresario teatral, ya que en 1887 se puso en venta junto con una casa de dos pisos contigua, pasando a ser propietario José Inglada, sabiendo poner a gran altura el coliseo torrevejense con actuaciones y usos muy variados.

En enero de 1888, se llevaron a cabo varias reformas en el teatro para darle más solidez y belleza. Se restauró el telón y la bambalina fija. Sólo le faltó el cielo-raso para que quedara un precioso coliseo, faltando quitar un estercolero existente en la puerta del edificio hecho del que el periódico local «Torre-Vigía» se hacía eco criticando la existencia en la puerta de un montón de basuras sin que fuera retirada ni recogida por el servicio de limpieza municipal.

Una situación peligrosa se dio en marzo de 1889, una compañía artística proveniente de Orihuela debutó en la noche del martes día 5, ocurriendo la fatalidad de que estando lleno de espectadores, se rompió un quinqué, prendiéndose fuego las tablas del escenario, causando la alarma y confusión consiguiente, que hubiera sido mayor y de más consecuencias sino se hubiera extinguido el fuego inmediatamente.

Una nota de mala educación se dio en agosto de 1895, durante una de las noches de función se produjo una escena indigna de la cultura de Torrevieja. Varios espectadores del «gallinero», sacaron una enorme sandía, la partieron en presencia de todo el público y empezaron a comérsela, sin tan siquiera hacerlo silenciosamente y a escondidas. La comilona fue acompañada por grandes gritos y enseñando a todos los espectadores las tajadas. Sólo faltó que con sus cortezas hicieran una melonada con los espectadores del patio.

A finales del verano de 1903 se dio prisas el empresario José Agulló Torregrosa para intentar poner en funcionamiento un nuevo Teatro-Circo llamado « Guerrero-Mendoza», construido en el solar del anterior coliseo, tan sólo faltaba la techumbre. En enero de 1904, empezaron las obras para construir la cubierta a fin de que pudieran darse representaciones en lo que quedaba de temporada de invierno.

El viernes 6 de mayo se inauguró el Teatro-Circo debutando la compañía de zarzuela de Pablo López poniendo en escena la opereta en lengua italiana «Marina», siguiéndole una cadena de éxitos colosales durante todo el mes.

Los defectos en el modelo, la forma de la construcción del Teatro Circo Guerrero-Mendoza, además de otras malas condiciones fueron descritos en la prensa, ya que carecía de telón metálico y no tenía ninguna boca de incendios, pese a que una de las puertas estaba colocada junto a la embocadura del escenario, y la otra era de difícil salida para los espectadores. Esos errores atentaban a la seguridad del público, peligrando haberse podido producir una catástrofe en el caso de que se iniciase un fuego, más aún abundando en su construcción mucha madera en vez de obra de albañilería.

Con la apertura del nuevo Teatro-Circo Guerrero-Mendoza se dio comienzo a una nueva etapa cultural en Torrevieja. Se utilizó indistintamente para representaciones de teatro, zarzuela, ópera, variedades y cupletistas, exhibiciones gimnásticas y deportivas, conferencias, mítines políticos, torneos de esgrima, actos benéficos, etcétera, aunque, ya a primeros del siglo XX, ya era muy frecuente la proyección cintas cinematográficas, pues el nuevo invento había llegado a Torrevieja.

El Teatro Circo acabó sus días con la inauguración, el 6 de diciembre de 1925, del «Nuevo Cinema», situado en el solar que antes había ocupado la posada de Fernández -actual plaza de Miguel Hernández- y lugar donde se sitúa el actual Teatro Municipal.

A principio de la década de los años treinta daba sus últimos estertores el viejo Teatro Circo. Fue transformado su aforo en el lujoso burdel, cafetería y cervecería denominado «Gran Peña», dando servicio «veinte guapas y esculturales señoritas acompañadas con atracciones de pista y 'Super Tango' y 'Té Tango' acompañadas con una orquestina».

Terminada la Guerra Civil, fue utilizado como templo provisional, oficiándose misas y santos oficios. En su último uso, antes de ser demolido, fue utilizado por Antonio Torregrosa (a) «El Perdío» como garaje y taller de reparación de automóviles.