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Tribuna

No es abuso, es violación

Acaba de salir la sentencia de «La Manada», ese grupo de asquerosa prepotencia machista que violó a una joven de 18 años en un portal en Pamplona la madrugada del 7 de julio de 2016, en el inicio festivo de los sanfermines.

Me siento avergonzado como hombre y como ciudadano de la resolución judicial de un caso que atenúa al máximo la violación perpetrada con la apreciación de «abuso sexual continuado». No es mi profesión la jurídica y no entro en lo que fuimos conociendo sobre este caso con el intento de inculpación de la víctima, «que no se resistió», que quedó bloqueada en el momento en el que cinco matones, cinco canallas, se alternaban en la violación. Sí que entro en la vergüenza que nos produce a muchos el uso de portavoces de la confusión que, en casos así, exigen que la víctima se defienda hasta su final si es necesario para evitar ser violada; es el argumentario de los abogados de «La Manada» y también de algunos jueces por lo visto: si no opones toda la resistencia, hasta la muerte si es necesario, aunque estés desfallecida, anulada, maltratada€ sufrirás un «abuso sexual» y no una violación. Y saldrán pronto de la cárcel los violadores, con algo así como un tercio de la condena de nueve años con la que se aparenta una dureza que omite que la petición fiscal era justamente el doble, dieciocho años.

Caben recursos en los que desearemos que se enmiende la calificación del delito y sus penas se acrecienten, aunque, según apoyaba el voto particular de uno de los tres magistrados, también en los nuevos trámites se va a pedir la absolución.

Ayer, a la una y cuarto del mediodía, nuestra sociedad recibió un nuevo baño de magistratura patriarcal, un nuevo daño a la libertad y a la seguridad de las mujeres. Resulta curioso, además, en qué momento se produce. Recogía yo hace unos días algunas notas sobre el «miedo a la libertad» para hablar quizá de una sensación europea y mundial que estaba devolviéndonos a decenios lejanos del siglo pasado. Y entre notas muy pesimistas que me retrotraían a los años 30, anoté sólo una positiva y optimista basada en lo que habíamos vivido el 8 de marzo en el mundo, pero especialmente en España: aquellas manifestaciones masivas por la igualdad que protagonizaron las mujeres y secundamos bastantes hombres. Anoté que el «miedo a la libertad» se disuelve y se supera cuando vives aquellas grandes manifestaciones que demuestran que algo está muy vivo en la sociedad que tenemos un nuevo sujeto histórico, el feminismo, de larga y difícil trayectoria que está luchando por la libertad de una forma masiva y consecuente.

Sin embargo, aquella nota esperanzada se me invierte en sus posibilidades. Desde otros contenidos, desde lo que históricamente más ha humillado y dañado a las mujeres, se desarrolla un nuevo ejemplo, aunque tradicional, de ataque machista: lo pusieron en marcha el 7 de julio de 2016 unos repugnantes individuos con una violación que nos alarmaba y asqueaba, pero ayer, 26 de abril, se lanzó una sentencia patriarcal contra la superación del «miedo a la libertad», para difundir el desasosiego, el temor social de las mujeres y acrecentarlo.

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